En Madagascar una tarde hace ya tiempo

En Madagascar una tarde hace ya tiempo
no, no soy yo

lunes, 7 de febrero de 2011

El "Zvuv" de la Ciudad Perdida en la Sierra Nevada de Santa Marta

Teyuna


 Mi papa, que siempre vivio en un consome de idiomas (hebreo, yiddish, espanol y rumano con el aderezo de unas cuantas lenguas mas) tenia muchas expresiones coloridas que, al menos en nuestra casa, eran parte de una lingua franca que todos entendiamos.  Cuando, por ejemplo, a uno se le metia una idea en la cabeza, una de esas ideas que revolotean sin parar y que no encuentran la salida, mi papa nos decia que se nos habia metido un "Zvuv" en la cabeza.   "Se te metio un zvuv" nos decia con su acento fuerte senalandose con el dedo en la sien, y al rato aclaraba: "Zvuv es mosca en hebreo".  Yo, todavia pequeno, me imaginaba un mosquito gigante, trompudo y zumbon dando vueltas en mi cabeza, pegandose golpes contra el craneo como las moscas esas que testarudas o cegatonas se daban contra los vidrios de nuestro apartamento.  Me preguntaba, sin poder encontrar la respuesta, como era que entraban los zvuvs, cuando y por donde.  Esta, la de la Ciudad Perdida, es la historia de un Zvuv.

    Hace anos, en 1996 o 1997,  durante una pausa en una reunion de trabajo en Colombia (una de las muchas para tomar cafe y agua aromatica) alguien comento sobre una ciudad precolombina perdida en la selva de la Sierra de Santa Marta, una ciudad que como Machu Pichu habia permanecido bajo la vegetacion por varios siglos y que apenas habia sido descubierta a comienzos de los anos setenta.  Venir yo a encontrar tamana mosca en una reunion de trabajo con Texaco en Bogota.  Aguijoneado, mi atencion totalmente cautiva, comence a interrogarlos sobre el lugar.  No sabian mucho, ninguno de ellos habia ido, ninguno de ellos tenia la intencion de ir, ninguno de ellos conocia a nadie que hubiera ido. Alguien habia leido sobre el lugar, tal vez unas fotos, habia escuchado que saqueadores de tumbas la habian descubierto en medio de la selva.  Sin darme si quiera cuenta el Zvuv habia entrado y aleteaba feliz en algun rincon de mi meninge.  Era comprensible que nadie quisiera ir, a finales de los anos 90 la Sierra Nevada de Santa Marta, como mucho otros lugares de Colombia, formaba parte de ese pais paralelo donde la guerrilla (las FARC y el ELN), los narcotraficantes y los paramilitares se paseaban a su antojo.  La Sierra Nevada era en ese entonces, y lo fue por muchos anos, una zona de produccion de marihuana y coca.   Les propuse ir a visitar Teyuna, que asi se llama la ciudad, pero no me tomaron en serio.  La idea era aun mas descabellada viniendo de un mono ojisarco como yo (rubio de ojos azules),  casi que el rehen ideal.  Hasta ese momento mi unico contacto con la Sierra Nevada habia sido muy fugaz, unos minutos una tarde de 1991 asomado por la ventana de un vuelo de Viasa (QEPD) que iba de Caracas a Cartagena.  El piloto, ilustrado el, nos comento que era la montana litoral mas alta del mundo y yo, que tenia la suerte de estar sentado del lado que era, me quede hipnotizado viendo los dos picos gemelos y nevados (el Cristobal Colon y el Bolivar, los mas altos de Colombia con 5770 metros de altura).  Al salir de la reunion en Bogota presenti que seria dificil deshacerme del Zvuv, era inevitable ir a la Ciudad Perdida.


   Fue finalmente este octubre que decidi organizar la excursion.  El ultimo incidente en la zona habia sido en el 2003 cuando un grupo de turistas, la mayoria de ellos israelies, fueron secuestrados por el ELN mientras visitaban la Ciudad Perdida.  112 dias despues fueron liberados.  Hice averiguaciones con amigos colombianos, con la poca gente que conoce el lugar, lei libros de viaje y blogs, pesquisas en you tube y noticias de periodico.  Todos parecian coincidir en que era seguro hacer el paseo.    Le escribi a unas tres agencias de viaje locales y solo una pequena ubicada en Taganga, un pueblo de pescadores no lejos de Santa Marta, me respondio.   Hable con Fanny la duena de Magic Tours, me explico sobre el viaje, me dijo que podia hacerse en cinco dias y cuatro noches, y me confirmo que habia cupo para enero. Colgue el telefono y comence a reclutar viajeros: 

Yo: "Es un viaje por la montana, de excursion durmiendo en hamaca, varios dias en la selva hasta llegar a la Ciudad Perdida"
Ellos: "Adonde?"
Yo: " A la Ciudad Perdida, una ciudad que descubrieron hace poco en Colombia.  Es como Machu Pichu"
Ellos: "Por que no vamos entonces a Machu Pichu?"
Yo: "La Ciudad Perdida es mas bonita, el camino es mejor"
Ellos:  "Es seguro?'
Yo: "Claro"
Ellos: "Estas seguro que es seguro?"
Yo: "Claro" -con mi voz mas convincente- "Yo voy a llevar mi pasaporte venezolano, por si acaso"
Ellos: "Y es canson?"
Yo: "Cualquiera puede hacerlo" (contestaba de buena fe, no sabia yo lo exigente que iba a ser el viaje desde el punto de vista fisico")
Ellos: "Hay banos?"
Yo: "No"
Ellos:  Adonde se vuela?
Yo: "A Barranquilla y de alli manejamos a Santa Marta" 
Ellos: "Y como le explico yo a mi esposa?"
Yo: "Dile que es solo por cinco dias, que va un gentio"
Ellos:"Quienes mas van?"
Yo: "Te dije que un gentio"
Ellos: "Conoces a alguien que haya ido?"
Yo: "No"

Las llamadas terminaban con un sermon mio sobre lo fugaz de la vida, sobre la importancia de compartir con amigos, distintas versiones de una filosofia profunda que finalmente resumia con "a nadie le quitan lo bailao".  Avisame, les decia a la manera de los infomercials, que solo hay cupo para 12 y se esta llenando.  Para mi sorpresa 8 personas confirmaron: mi hermano y mi cunada, mi sobrino, mi primo Jose, el esposo de mi prima Maguy, mi sobrino mayor, una amiga cercana de mi primo,  Meyer un amigo de la infancia que vive en Bogota y Phil, un amigo americano a quien no habia visto en casi 12 anos.  Sospecho que el vinculo familiar ayudo a persuadirlos.  Phil era, sin lugar a dudas, el mas valiente.  Unas semanas antes del viaje la amiga de mi primo cancelo, se doblo el tobillo persiguiendo pajaros de colores en Papua Nueva Guinea.  Eramos 8 conmigo.  

Luego de un fin de semana maravilloso con Vanessa en Cartagena (ya viene esa entrega del blog) sali rumbo a Barranquilla a recibir a mis amigos en el aeropuerto. Estaba yo impaciente esperandolos con esa emocion que se siente al comienzo de los viajes.  Salieron sonrientes y limpios con sus mochilas al hombro.  Nos saludamos con un abrazo y todos a la camioneta por una hora y media hasta Santa Marta.  Llegamos al hotel, una pequena casa colonial en el centro de la ciudad que, en un derroche de creatividad, se llama La Casa.  Lo reservamos solo para nosotros.  Esa noche tuvimos una cena maravillosa de platano con berenjena y robalo.  Teniamos que levantarnos a las cinco y media  de la manana para salir a la Ciudad Perdida.

Teyuna, que es el nombre indigena de la Ciudad Perdida, fue uno de los centros rituales  mas importantes de la civilizacion Tairona y una de las ciudades precolombinas mas grandes de America.   Al llegar los espanoles hacia finales del siglo XV a las costas del atlantico colombiano se encontraron con una cultura muy avanzada descendiente de los Chibchas que habia surgido alrededor del siglo V  DC.  Los Tairona habitaron, y sus descendientes habitan aun, la Sierra Nevada de Santa Marta, una zona de  alrededor de 17.000 kms2 (un poco mas pequeno que Israel o New Jersey) que abarca casi todos los ecosistemas, desde playa y desierto hasta paramo y cumbres nevadas pasando por bosques y selvas.  Por casi 75 anos convivieron pacificamente las dos culturas hasta que en 1599 tuvo un lugar un enfrentamiento que culmino con la captura y ejecucion  de varios caciques importantes y la derrota militar de los taironas (para ponerlo en contexto, los Aztecas y los Incas se rindieron a los espanoles en 1521 y 1532 respectivamente, casi setenta anos antes que los Tairona).  La poblacion indigena que sobrevivio se interno alto en la sierra y perdieron todo contacto con la civilizacion hasta que en 1875   la iglesia, por intermedio del padre Celedon, intento convertirlos sin mucho exito.  Los Arsarios y los Kogis, descendientes directos de los Tairona han conservado casi intacta hasta nuestros dias sus costumbres, idioma y modo de vida. Los dos grupos, que hoy no llegan a 10.000, son la unica alta civilizacion precolombina que ha sobrevivido, visitar Teyuna es como visitar Machu Pichu y encontrarse con Incas viviendo en sus alrededores!  Teyuna, que significa Madre Naturaleza, fue construida en la ribera del rio Buritaca entre el siglo XI y el siglo XIII, varios cientos de anos antes que Machu Pichu, y albergo unas 5.000 personas en su momento de mas esplendor.  Teyuna, lo que se visita de ella, es tan solo un 30 por ciento de la ciudad, el resto sigue bajo la selva.  Se calcula que hay varios cientos de poblaciones similares que aun no se han descubierto.  La mayoria de los Kogis viven en lugares remotos de la sierra que muy rara vez son visitados por personas ajenas a las comunidades.



Comienzo de la excursion

A las cinco y media nos despertamos, a las ocho nos montamos todos (con nosotros vinieron Fanny la duena de la agencia de viajes y su hermana Angelica) en un toyota destartalado y salimos rumbo a San Lorenzo, el caserio donde comienza la caminata.  Nuestro chofer, Fidel, hizo una parada  en el camino para echar gasolina.  "Es la bomba de gasolina de Chavez" nos dijo mientras alguien salia a atendernos de detras de un arbol con una gavera de botellas de refresco llenas de gasolina contrabandeada de Venezuela. Quien iba a imaginarse que nuestro paseo iba a ser patrocinado por el gobierno bolivariano, si se enterara Bolivar que murio en la quinta de San Pedro Alejandrino a unas pocas cuadras de la gasolinera furtiva.  Quien sabe, pienso que probablemente estaria complacido de ver como nos ayudamos en lo que queda de la Gran Colombia.  Almorzamos en San Lorenzo y a caminar por un sendero maravilloso, verde y vegetal.  Ese primer dia visitamos un pequeno pueblo Arsario (Wimake se llama) no lejos de un rio al pie de una ladera.  Entramos con permiso del Mama, que asi se llaman los sacerdotes, y conversamos con el.  En el pueblo viven unas 150 personas aunque ese dia solo vimos a unos pocos porque en su mayoria estaban trabajando los conucos.  Los Arsarios son, comparados con los Kogi, la tribu mas pequena (unos dos o tres mil hoy en dia).  Son descendientes directos de los Tairona, se visten de blanco y llevan sombreros de ala ademas de su mochila y el poporo de rigor.  El poporo, que aparece en la mano del Mama en la foto, es un instrumento de calabaza donde guardan conchas de mar pulverizadas que mezclan con la hoja de coca para acentuar su efecto de la droga.  El poporo lo reciben los hombres al llegar a la mayoria de edad y lo usan toda la vida.  La saliva que queda en el palito con el que untan la cal la limpian en el exterior del poporo dejando una fina capa amarilla que se va calcificando con el tiempo.  Mientras mas anos tenga el poporo mas gruesa la capa.  Hay poporos que llegan a pesar hasta 8 kilos.  Al untarlo producen un sonido que cuando estan en grupo hace las veces de mantra.  Los Mama son quienes controlan la vida religiosa y cotidiana de la comunidad.  Para llegar a serlo deben entrenarse por 18 anos (a veces 36) siguiendo una rutina muy rigida.  Son los Mamas quienes arreglan los matrimonios, resuelven disputas, hacen las adivinaciones, escogen donde fundar los pueblos y transmiten la rica tradicion oral.  Al llegar a la mayoria de edad los jovenes varones deben permanecer despiertos por cuatro dias y cuatro noches escuchando de sus Mamas (que son hombres) la lista de obligaciones que vienen con la adultez. Los Arsarios y los Kogis viven de sus conucos (maiz, yuca, coca, cana de azucar, bananas) y de cerdos y pollos que crian.  No cazan y rotan sus cultivos, viven en estrecha sintonia con su entorno (a la manera de Avatar salvando las distancias).  Les hacemos un regalo, unas cajas de colores para los ninos, y seguimos nuestro camino hacia el campamento de Filo de Cartagena. Quedamos todos pensativos, impresionados, algo perplejos luego haberle echado un vistazo a la America de antes de Colon.  No podemos evitar compararnos con ellos, preguntarnos sobre las virtudes del Iphone y las cremas hidratantes, sobre nuestras preocupaciones y apetitos materiales, sobre nuestros fetiches y supersticiones.

Mama con poporo



De pronto encontramos, ya de tarde, una subida y comenzamos a dispersarnos de acuerdo con el grado de condicion fisica.  Los mas sedentarios (cuyos nombres no seran revelados) se van quedando atras mientras que los mas aerobicos, Leila a la cabeza, llevan la delantera.  Comienza a anochecer, los primeros llegan al campamento y corren a las duchas; los otros, los mas robustos (cuyos nombres no seran revelados) prenden las linternas y siguen avanzando cuesta arriba culpando, algunos, a sus unas y rodillas.  El ultimo llega siempre acompanado de la mano del bueno de Wilson, nuestro guia. Llegamos todos finalmente muy cansados a eso de las 7, nos duchamos, nos embadurnamos de repelente contra los mosquitos y a cenar.  La comida es buena, la "salsa de hambrita" (como decia la abuela de dos buenos amigos) ayuda a que todo nos sepa delicioso.  Nos dan el plan de vuelo del dia siguiente, nos advierten sobre las culebras y alacranes (Phil pregunta por el porcentaje exacto de mordeduras venenosas en los ultimos anos) y nos vamos a dormir la mitad en hamacas y la otra mitad en catres todos en un mismo cuarto.  No tarda mucho para que comience el concierto de ronquidos, todos menos Marcos y Nadav participamos en la sinfonia.  Henry se levantara a las 3 de la manana en uno de los intermedios a comer caramelitos  de esos que vienen envueltos en el papel celofan menos silencioso del hemisferio.  El resto del grupo se lo agradecera de todo corazon, se lo agradecera y se lo recordara durante el desayuno y el resto del viaje. 

El segundo dia comienza con una bajada empinada que nos lleva a un rio transparente y divertido, un rio que nace en la nieve y los manantiales y que va zurciendo el paisaje, una cadena de pequenas caidas de agua y remolinos, una trenza de agua fria.  Nos ponemos nuestros traje de banos, algunos (cuyos nombres no revelare) prefieren banarse en interiores luciendo sus aguacates.  El agua es friisima pero nuestras ganas de banarnos son aun mas fuertes.  Comienza alli la subida mas larga del viaje, varias horas (cuatro o cinco) de camino empinado y lleno de barro, unos treinta Sabas Nieves pegados, todos agotados con los pies y las medias mojadas tratando de adivinar si la proxima es la ultima curva. Jose, con mucho sudor y sin agua, se sienta en el fango a esperar que el proximo que pase le rellene su botella.  "Estuve 18 minutos en el barro" nos dice esa noche, "me sente exhausto y les juro que pense que si venia la FARC y me pedian que caminara les decia que mejor me matan".  No llego las FARC, no hizo falta que Jose se inmolara, llego Wilson (o algun otro con alma caritativa) le dieron agua y al minuto 19 ya seguia mi primo lleno de energia montana arriba comiendo galletas Oreo y comparando cual de las dos rodillas operadas le habia quedado mejor.  Su camara, sudada sudadisima, si murio esa tarde en el charco de barro.  El camino era exigente pero hermoso, salpicado de palmeras de cera inmensas, el arbol nacional de Colombia, y millones de otros arboles frondosos que nosotros en nuestro analfabetismo botanico no podemos nombrar.  En los claros se veia el espinazo de la cordillera y los verdes de mil tonalidades, las verdaderas esmeraldas de Colombia.   Se acaba la subida, comienza una bajada y luego un camino muy lindo de sombras y helechos que lleva desde Paraiso hasta el campamento de los Altos de Mira, un punado de chozas en un antiguo pueblo Tairona al borde de la montana con una vista de esas que los gringos dicen nos roban el aliento.  Al llegar, a cuentagotas, los mas atleticos de primero y los menos entrenados atras, nos esperaba una sopa de verduras inolvidable que Freddy, el cocinero, nos preparo.  Alli, comiendo sopa y tomando whisky, compartimos nuestras penurias mientras contemplabamos el maravilloso paisaje.  La vista desde la ducha al aire libre era inmejorable, el barro en los zapatos imposible de limpiar.  Marcos nos veia a todos apoyado en un palo que habia encontrado en el camino, cansado preguntandose por que no estudio podiatria en vez de nefrologia.  Meyer, siempre vestido impecablemente en su ropa Acadia, nos advierte que solo trajo dos camisas y que lamentablemente la otra no se seco (http://acadia.com.co/acadiacolombia/tienda/tiendas.asp).   Esa noche jugamos cartas, nos inyectamos voltaren, tomamos motrin, nos untamos desitin, cenamos sabroso y nos fuimos todos a roncar felices, a sonar con Teyuna y, algunos de nosotros (al menos Jose y yo), con las Oreo del dia siguiente. 
Altos de Mira

De Altos de Mira salimos muy temprano luego de ver un fabuloso amanecer rumbo al rio Buritaca y la Ciudad Perdida.  "Es una subida un poquito empinada, luego vienen unas bajadas lisas, alli se pone mas descansadito, al final llegamos al rio Buritaca donde nos podemos banar".  Todos escuchabamos con escepticismo la descripcion de Wilson tratando de entender el verdadero significado de "empinada", "lisa" y "descansadito", preguntandole cuantas horas "en tiempo nuestro" nos tomara llegar, envidiando la ligereza con la que los tres Arsarios que nos acompanaban subian y bajaban con nuestras mochilas a sus espaldas, dandole animo a nuestras rodillas y tendones. "Hoy ascenderemos para arriba por un rato y luego ascenderemos para abajo" nos aclaraba Wilson. Fueron 7 horas de caminata (otra vez) con una parada larga en el rio para almorzar.  El agua como siempre fria y divina, esta vez nos banamos en interiores o con la ropa que llevabamos puesta, cada vez menos preocupados por el glamour.  En este viaje nada de lo que llevabamos puesto se secaba.    Para el tercer dia todos, aun los mas precavidos, teniamos las piernas cubiertas de picadas de mosquitos, garrapatas, pulgas y afines.  El agua que tomabamos, que los dos primeros dias fue mineral en botella sellada, ya era de rio ("vale madres", le decia yo a Marcos, en realidad a el ya ni le importaba).   Tarde esa tarde llegamos al campamento que queda cerca de la Ciudad Perdida, por primera vez no estabamos solos, en este campamento habian unos 30 o 40 turistas de todas las nacionalidades (de casi todo menos colombianos).  Nuestra llegada subio por lo menos unos quince anos el promedio de edad del campamento, unos quince anos y unas cincuenta libras.  Colgaron nuestras hamacas, cenamos (todos con mucha hambre menos una que perdio el apetito) y nos acostamos a dormir, a roncar felices sonando con Teyuna y (al menos yo) con la Nutella que Henry habia traido.  Esa noche los ronquidos pasaron desapercibidos por el ruido del rio a nuestras espaldas, un cancelling noise natural a la manera de los audifonos Bose, decidimos que los proximos viajes podrian (o deberian) ser a Iguazu, el Niagara o el Orinoco.  Marcos lleva tres noches sin dormir (ya no deja su palo, Henry le insiste que con un poco de practica y fe puede abrir las aguas del rio Buritaca).

"Vienbenido a la Cabana Teyumake"


                        
    Salimos temprano a la Ciudad Perdida.  Cruzamos ese dia el rio unas 10 veces hasta llegar a un recodo, a mano izquierda se ven unos escalones de piedra.   A este punto llegaron en 1972 los primeros guaqueros, cinco dicen que fueron, y subieron al Infierno Verde - uno de los primeros nombres con el que bautizaron a Teyuna-.  Por dos anos fueron y vinieron cargando el oro Tairona que encontraban en el Infierno.  Lo vendian en Santa Marta, despilfarraban el dinero y volvian a buscar mas.  La orfebreria Tairona es tal vez la mas elaborada de Colombia y una de las mas acabadas de toda America.  El Museo del Oro de Bogota, parada obligatoria, tiene una coleccion impresionante.  Alrededor del ano 75 comenzaron a pelearse los guaqueros entre si, hubo muertos, y Frank Rey, uno de los cinco guaqueros originales que aun vive y a quien apodan "El Abuelo" vendio al gobierno colombiano la localizacion de la Ciudad.  Fue entonces cuando el Instituto Colombiano de Arqueologia junto con el ejercito tomaron control del lugar.  Decomisaron algunas de las piezas que habian encontrado los guaqueros y comenzaron los trabajos de excavacion y reconstruccion.  Wilson, nuestro guia, trabajo con ellos por siete anos en Teyuna.   Son casi 1900 escalones de piedra hasta la cima (quien los habra contado), todos perfectamente colocados, una escalinata al cielo rodeada de verde, un ascenso mistico entre un laberinto de ruinas, nos imaginamos como habra sido en todo su esplendor hace 400 anos, los colores, olores y sabores, los Tairona subiendo y bajando atareados, todos en total sintonia con la naturaleza que los rodeaba.  Subimos poco a poco, boquiabiertos, cuesta entender como construyeron la ciudad (no conocian la rueda ni tenian animales de carga), cada tanto hay estructuras circulares de piedra donde una vez hubo chozas de madera (unas 170 terrazas mas o menos).  En el camino nos ensenan un antiguo mapa de piedra que muestra Teyuna como una ciudad mas en una red inmensa de caminos y poblaciones que se extiende por toda la sierra.  Cuantas Teyunas habra todavia durmiendo en la selva?  Hasta donde llegara la telarana de escalones?    Las excavaciones se detuvieron a peticion de los indios a mediados de los anos ochenta, de la propia Teyuna apenas se ve un 30 por ciento.  "Alli hacia la derecha a cuatro horas de camino de piedra" nos dice Wilson "hay otra ciudad Percolombina" (si, Wilson dice Percolombina).  Para los Kogi y los Arsarios Teyuna sigue siendo un lugar sagrado al que vienen a hacer ofrendas y rezar.    A tres cuartos de camino nos encontramos con los primeros soldados, hay un destacamento permanente en Teyuna, unos diez militares bien vestidos y aburridos que posan contentos para las fotos.  "No, aqui no hay guerrilla" nos dicen, ninguno de nosotros (ni siquiera Phil) les pregunta por las culebras.  Seguimos maravillados, el centro ceremonial son tres circulos inmensos inmensos rodeados de escaleras y estructuras de piedra.  Es paisaje a ambos lados, la ciudad es estrecha, es espectacular; palmeras inmensas, una catarata que cae y todo el verde del mundo.  La temperatura es perfecta, el cielo muy azul, se nos olvida el cansancio.  Vamos todos vestidos con una camisa blanca que Henry diseno (parecemos un grupo evangelizador o un paseo de fin de curso de weightwatchers), nos tomamos fotos, paseamos por las ruinas y bajamos por un camino paralelo impresionados, aun mas, con la cantidad de calles, escalones y edificios que encontramos.  De bajada las escaleras son aun mas hermosas, los tres Asarios que nos acompanan las bajan saltando como hacia yo en mis mocedades con las escaleras de mi colegio (que tenian unos 50 escalones calculo).  Uno de ellos, el de quince anos, nos cuentan que ya se caso y que su esposa acaba de dejarlo.  Tal vez es por eso que baja tan contento.












El valiente de Phil
Calistenia matutina dirigida por Marcos
En este punto, al llegar de vuelta al rio, comienza tecnicamente el camino de vuelta que, como siempre pasa en este tipo de excursiones, se hace agotador.  Hay que recruzar el rio varias veces hasta llegar al campamento donde dormimos.  Alli comemos almuerzo y comenzamos una caminata de cuatro horas, un subibaja interminable, "cuanto falta Wilson?" pregruntamos y repreguntamos a la manera de nuestros hijos mas pequenos.  Una ultima recta antes de llegar con un precipicio a nuestra derecha "Aqui se cayo un israeli" nos cuenta Wilson y nosotros, en ese punto, con pie de plomo y rodillas de plastilina.  Finalmente llegamos al campamento donde pasaremos la ultima noche, un techo de madera donde cuelgan las hamacas y un bano con tres duchas de agua de rio que Leila dice huelen mal.   Siete de nosotros escogemos nuestra esquina para poner las hamacas, Jose prefiere dormir en el set de la pelicula Slumdog Millionaire, en una carpa pequenita en la esquina donde estan los banos y los tendederos de ropa (si mis tios lo vieran).  Esa ultima noche, que era la primera vez en su vida que Marcos dormia en hamaca, fue la mas interrumpida (de hecho Marcos aun no ha dormido en hamaca a pesar de que estuvo en ella toda la noche).  Los ronquidos, la picazon ("Hijo, me pica mucho" decia Marcos toda la noche), el bamboleo de los vecinos (Marcos, el novato, especialmente), todo eso sumado a un perro negro simpatico y pulgoso (Tapete) que decidio dormir bajo mio y que no paro de rascarse toda la noche.   A eso de las dos y media nos desperto la luz de tres linternas y una pelea entre borrachos:  "Donde esta mi navaja?" repetia uno de ellos una y mil veces amenazando a los otros dos y yo, entre asustado y somnoliento,  cruzaba los dedos para que no la encontrara en la hamaca de Nadav mi sobrino.
Donde durmio mi primo Jose




 Enmulados

Cansados y adoloridos pero de buen humor nos despertamos temprano para nuestro ultimo dia.  Sincerados ya, conscientes de la cantidad de acido lactico en nuestras batatas, contratamos unas mulas para que nos llevaran el ultimo dia.  Nadie queria caminar las siete horas hasta el pueblo de Machete Pelao, nuestra ultima parada donde nos esperaba el carro que nos llevaria a Santa Marta.  Fuimos a buscar las mulas, "estan a 200 metros de camino del campamento" nos dijo Wilson.  Varios 200 metros mas tarde, siempre acompanados de nuestra mascota Tapete, nos encontramos con las mulas.  Las mulas son el animal mas inteligente del universo, "ustedes solo agarrense que ellas saben por donde pasar" y nosotros en un acto de fe agarrados fuerte a la silla de montar (algunos con los ojos cerrados) en las bajadas mas empinadas del tropico, las mulas  paso a paso comiendose el camino.  Seis horas con una corta parada para tomar algo preguntandonos como hizo Bolivar para ir y venir a Peru a caballo, sorprendidos de ver que habia otros musculos que no habiamos utilizado y que ahora tambien nos dolian.  Las mulas llegaron, nosotros tambien.  En Machete Pelao comimos pescado frito y tomamos cerveza.  Nos felicitamos, hicimos "high five" y todos al jeep (Freddy, Wilson y Fanny en el techo) dos horas por carretera de tierra justo a tiempo para llegar a nuestro hotel antes de que anochezca.  Esa noche cenamos felices, nos costaba creer que hace apenas un dia, unas cuantas horas, habiamos estado montana adentro paseando por las terrazas de Teyuna,  subiendo la infinita escalera de piedra, remojando los pies en el rio, sentados sobre una piedra viendo una palmera inmensa, riendonos, quejandonos, conversando largo entre nosotros con muchos mosquitos pero sin telefonos ni blackberries, meciendonos en una hamaca, contando chistes, maravillados con la naturaleza y las estrellas en la noche, con el color del cielo y de las alas de ese pajaro amarillo y negro en los Altos de Mira.   Nos fuimos a dormir, todos cayeron rendidos.  Yo, que escuche hace poco en una cena en Lima sobre la ciudad inca de Choquiquerao, tengo un Zvuv en la cabeza que no me deja dormir.