En Madagascar una tarde hace ya tiempo

En Madagascar una tarde hace ya tiempo
no, no soy yo

lunes, 24 de octubre de 2011

Raudo por las calles de Ljubljana


 Era una tipica manana otonal en Ljubljana, cielo encapotado, 3 grados centigrados (+/- 36 farenheit) y seria amenaza de nieve.  El maraton comenzaba a las 10.30 de la manana y Vanessa (que es cubana y estaba inscrita para el medio maraton) miraba el cielo desconsolada: "Yo soy de clima caliente" me decia mientras se envolvia cual Tuareg en su ropa deportiva.  La noche antes, siguiendo al pie de la letra el protocolo de los maratonistas, fuimos temprano a un restaurante italiano, no pedimos vino pero si polenta y dos platos grandes de pasta.  Cumplido el rito de los carbohidratos nos fuimos a nuestro hotel para preparar nuestro atuendo de corredores y acostarnos temprano.  Los zapatos, el numero, los imperdibles, el chip, las barras de energia, las orejeras,  las chaquetas.....  Todo listo.  Apagamos las luces y a dormir, yo comence inmediatamente a sonar con la carrera, me veia en el podio dando un discurso a la muchedumbre en esloveno, practicando mi Swahili con los demas medallistas.  Fue una noche entrecortada, era mi primer maraton y -debo confesarlo- estaba algo nervioso.  Jim, mi entrenador, me habia mandado un email con la lista de "to dos" antes de la carrera.  Yo lo repasaba mentalmente mientras dormitaba.
  Eslovenia es un pais muy pequeno, parece una casa de munecas, una maqueta de ninos, todo es mas bien pequeno y todo, absolutamente todo, queda muy cerca.  Ir de un extremo al otro del pais tomas dos horas, llegar de nuestro hotel al punto de partida de la carrera 3 minutos.  Nos despertamos, desayunamos frugalmente a pesar de que habian varios platos (un foie gras por ejemplo) que me guinaban el ojo (Jim recomendo no comer nada nuevo de desayuno).  Nos envaselinamos, si, medio pote de vaselina en todos (todos) los resquicios de mi cuerpo, nos vestimos y salimos a calentar un poco.  Ya afuera se sentia el ambiente de carrera, cientos de eslovenos estirandose y tomando gatorade, el animador del evento dando instrucciones y motivando a la gente, Vanessa y yo en el frio matutino sin descifrar una palabra.  Eso si, minutos antes de la partida dijo algo asi como: "Venezuelani praszicuci" que debe significar "vinieron hasta de Venezuela para esta carrera".  Nadie me miro, no creo que imaginaban que yo era el venezolano del que hablaban.
    Anunciaron la partida y sali cual keniano embravecido, veloz, avanzando entre la gente como un motorizado en el trafico caraqueno, dejando atras a una multitud de eslovenos lentos que se quedaban boquiabiertos.  Al borde de la calle orquestas tocando ritmos alpinos, familias de ljubijanos emocionados nos gritaban "Bravo, zej rema krijoina gurtuzia ze" que quien sabe lo que quiere decir. Los primeros kilometros muy bien por los suburbios y un bosque templado,  la adrenalina corriendo por mis musculos, la voz de Jim mi entrenador guiando mi paso -como la de pequeno saltamontes en la serie Kung Fu aleccionando al joven David Carradine-.  Pasaba el tiempo, no llevaba reloj, iba conquistando kilometro tras kilometro impulsado por los buenos deseos de las amas de casa slovenas que me aplaudian y sus hijos que estiraban el brazo para darme la mano.  Voy a muy buen paso caminoa a la primera mitad.  Casi llegando a la marca de las 13 millas escucho un alboroto, me piden que me mueva a la izquierda y me pasa un keniano -un ser sobrenatural, un antilope en el invierno, puro musculo- seguido de un carro con sirenas  Asi es, yo llegando a la mitad (mi tiempo algo asi como una hora cincuenta y cinco minutos) y el vaporoso keniano terminando TODO EL MARATON en dos horas cinco.

John el de la izquierda es el que me paso y gano el maraton, yo no soy el que sale atras.


En ese punto la mayoria de la gente descansa porque ha terminado su carrera, los menos, los que nos inscribimos en el maraton completo, apenas comenzamos la segunda vuelta.  Al poco rato, con mucho menos publico gritandonos "Bravo" y las piernas cansadas, empiezo a reducir el paso.  Cada vez mas lento (kilometro 32, 33, 34, 35....) se trata de la abominable "pared", trato de  esquivarla utilizando los trucos que me enseno Jim "piensa en el proximo kilometro no en todo lo que falta", "recuerdate de las practicas largas que hiciste", la verdad es que no funciona tan bien.  Veo impotente como comienzan a pasarme todos los eslovenos que tan arrogantemente deje atras en la primera vuelta, jovenes, senores mayores, viejitos, reinas de la celulitis.  Me rehuso a caminar, tengo que llegar a la meta.  En una de las estaciones de agua me paro por unos minutos, alli se me acerca Andreas, un corredor aleman que me invita a seguir juntos: "If we do it together and talk, it will be much easier".  Tiene algo de razon, me cuenta que es profesor de finanzas en Edimburgo,  que su novia es taiwanesa, que nacio en un pueblo en el centro de Alemania y que este es su tercer maraton, me pregunta insistentemente por el cancer de Chavez, yo apenas le hablo porque mis piernas apenas corren, le respondo con amabilidad pero con monosilabos.  Distraido escuchandolo pasan los kilometros algo mas rapido 36, 37, 38... llegando al 39 le digo a Andreas que siga sin mi, que ire algo mas lento.  Se rehusa, me dice que podemos hacerlo juntos, que es un error separarnos.  Yo le insisto, le digo que mejor siga.  Finalmente acepta y apura el paso. Lo veo alejarse, me siento como un naufrago que acaba de dejar ir su balsa.  Comienzo a pensar en las ventajas y desventajas de apurar el paso, si llego diez o quince minutos antes es mejor tiempo, quedare mejor con Jim pero tambien arriesgo tendones y articulaciones, despues de todo, no soy tan joven ni tan atletico y a nadie le gusta pasar meses en fisioterapia.  Voy mas lento pero sigo trotando camino a la meta.  Kilometro 40, 41...veo el final a lo lejos.  Como ocurre siempre, la llegada esta algo mas alla de lo que parece, me armo de valor, convoco todas mis energias y comienzo a acelerar para entrar con paso triunfal, es el ultimo kilometro y es aqui donde  normalmente espera la muchedumbre.  Cuando faltan cien metros el lector reconoce mi chip y el jefe de ceremonia lee mi nombre y dice Venezuela.   No hay mucha gente esperando.  Cuatro horas y cuarenta; llegue.  Vanessa, que ya habia terminado de manera magistral su medio maraton,  me esperaba con la camara y una sonrisa.  Recibo una medalla, un vaso de sopa caliente y una banana. Yo contento (muy contento), cojeando, ahogandome en acido lactico, agachandome con una postura parecida a las de las jirafas cuando toman agua, feliz de haber corrido, listo para hacernos un masaje y luego salir a cenar con una buena botella de vino esloveno.  "Quieres hacer el maraton de Riga el ano que viene?" le pregunto a Vanessa y ella carinosamente me responde: "busquemos algo mas tropical".
    El restaurante esa noche, como era de esperarse en Ljublana, queda muy cerca, a uno o dos minutos caminando del hotel, uno o dos minutos aun caminando lento, muy muy lento.