En Madagascar una tarde hace ya tiempo

En Madagascar una tarde hace ya tiempo
no, no soy yo

domingo, 19 de junio de 2011

En San Petesburgo y Moscu con mi sobrino "Arie el Grande"

 
      Uno llega a Rusia en JFK en el momento que la aeromoza de Aeroflot vestida de naranja chillon (muy muy chillon) te da la bienvenida en la puerta del avion (para darles una mejor idea, si uno ve en el automercado una naranja de ese color uno jamas se la comeria).  Anuncian que el vuelo durara nueve horas y que la pelicula que van a pasar es la novisima “Marley and I”, el senor de mi lado no huele muy bien.  Voy camino a Moscu a encontrarme con Arie mi sobrino, una semana juntos en Rusia, su regalo de graduacion de bachillerato.  Voy a pasar seis dias con mi sobrino que va a entrar a la universidad en el otono, ya no es el sobrino chiquito de antes, este viaje es con "Arie el Grande".






















       Para Arie la Union Sovietica es lo que para mi fue el imperio Austro-Hungaro.  No tiene memoria de las siglas URSS o CCCP, la plaza roja es cualquier plaza, la palabra Kremlin le suena a nombre de banda de rock; el elenco de Lenin, Stalin y Trotsky con sus barbas y bigotes, Kruschev y toda esa pandilla con ojeras y cejas mal peinadas, son todos dificiles de diferenciar.   Rusia le suena bien para comenzar el viaje pero no le suena a mucho mas.  Yo, que naci unos anos antes que Arie, que viaje con mis padres por la Yugoslavia de Tito, por Praga cuando era Checoslovaquia (ese siames que una noche separaron), que estuve en Budapest cuando Hungria aun no habia salido del larguisimo invierno, que pasee por Berlin cuando todavia eran dos y acababan de agujerear el muro, yo si estaba muy curioso por conocer Rusia, por descubrir cuanto queda de ayer y como es hoy.  No tarda mucho uno en darse cuenta de que veinte anos no es tanto tiempo, que no hace tanto que se acabo el comunismo, que, como el aguila bicefala de los Zares que ahora sirve de simbolo de la Federacion, los rusos ven doble; a veces de cara al futuro –capitalista, bilingue, comodo, frivolo- a veces de cara al pasado –malhumorado, impractico, arbitrario, orgulloso-.  Las mujeres rusas, al menos muchas de ellas, caminan por las calles con zapatos de tacon muy alto que les quedan una talla pequenos; asi se siente el pais, como si la ropa no le quedara bien, algo grande, algo pequena, todavia mal combinada.  Se siente como si Rusia no supiera muy bien que guardar y que botar de su viejo ajuar.   La hoz y martillo todavia se ven, como en el logo de Aeroflot y en los frisos de algunos edificios, todavia hay gente haciendo cola –no solo turistas- para ver el cuerpo embalsamado de Lenin en un edificio rectangular en la plaza Roja mientras que a unas cuadras hay hileras de restaurantes de comida rapida empapelados de propaganda occidental.  Nosotros fuimos a ver a Lenin, hicimos una cola corta bajo la lluvia y entramos en el pequeno bunker oscuro donde esta Vladimir con los parpados cosidos y el goatee bien peinado.  El espacio es solemne, oscuro, hay que pasar rapido y en silencio –como si tuvieran miedo de que se despierte-.  A la salida las tumbas de Stalin, Brezhnev y otros grandes del partido enterrados junto a  Reed el periodista americano que escribio y probablemente les sigue leyendo al oido “Los diez dias que sacudieron el mundo” y sobre cuya vida se basa la pelicula Reds.  El Kremlin y la plaza roja impresionan mas por lo que fueron que por lo que son.  Infinitos grupos de turistas los recorren de arriba a abajo,  las camaras y los flashes le han hecho a la plaza lo mismo que Korda le hizo al Che con su famosa foto.  Ernesto y la Plaza Roja ya no intimidan, ahora son Warhol, franelas y souvenirs, puro pop. 


"Arie el Grande" cuando era pequeno

Muy a tono con mi camisa que dice "Revolution"


Moscu es una ciudad cara, grande, caotica, con casi ningun anuncio en nuestro alfabeto y muy poca gente que habla ingles.  Nos aventuramos rio abajo con dos cervezas en un pequeno barco para luego caminar de vuelta. En esta epoca del ano los dias no se acaban, a las once de la noche comienza a oscurecer, el cielo se pone de un azul maravilloso, intenso, hipnotizante y amanece de nuevo antes de las cinco de la manana. Para nosotros, que nacimos en el tropico, es una sensacion extrana.  Es como ver a alguien dormir con los ojos abiertos.  El dia que llegamos era el dia nacional de Rusia asi que a medianoche nos dieron la bienvenida con un espectaculo de fuegos artificiales que explotaban tan cerca que habia que cerrar la boca para no tragar polvora y papel. 





Para sumergirnos en la cultura rusa habia que ir a un bano tradicional, un Banya, uno de esos clubes donde senores gordos y peludos pasean desnudos de sauna en sauna cayendose a golpes con ramas de quien sabe que (http://www.youtube.com/watch?v=6CEWz2oU044).   El club funciona en el mismo lugar desde hace doscientos anos, al pasar la puerta se viaja en el tiempo.  En el primer cuarto hay cinco o seis hileras de sillones de cuero donde la gente se sienta en cueros, uno al lado del otro, a relajarse viendo television,  a tomar cerveza y comer encurtidos.  Empleados vestidos de blanco van y vienen con toallas y jabones atendiendo a los clientes que entran y salen de la sala donde estan las duchas, la piscina y el sauna.  Nos levantamos y entoallados –todavia con algo de pudor- entramos por esa puerta a la Rusia profunda.  Al poco rato nos conectamos con nuestras raices eslavas y nos descubrimos desnudos sentados en el sauna viendo como se caen a golpes de rama.  Sudadisimos y acalorados salimos del sauna y nos metemos –como hacen ellos- en unos barriles de agua fria.  De alli a nadar un rato (desnudos por supuesto) en una piscina con adornos romanos y de alli otra vez a comenzar el mismo circuito.  No tarda en escurrirse la verguenza (y la grima) con las toxinas y el sudor.    Luego de varios chapuzones nos secamos y salimos a sentarnos en nuestro banco de cuero a tomar una cerveza y descansar.  El ultimo dia en Moscu lo dedicamos a la vanguardia rusa en un museo olvidado rio abajo, un edificio rectagularsisimo que bordea un parque donde guardan las cabezas de Lenin y Stalin que decapitaron hace veinte anos.  Nos entretenemos por unas horas viendo a Malevich, Larionov, Kandinsky, Goncharova, Filonov y las fantasias de Chagall.  Tarde esa tarde tomamos el tren rapido a San Petesburgo que llega casi a medianoche cuando apenas comienza el dia.

   Arie el Grande y yo pasamos cuatro dias en la ciudad de Pedro el Grande (que primero se llamo San Petesburgo luego Petrogrado luego Leningrado y ahora, de nuevo, San Petesburgo).  Escudrino mi memoria para ver que se de la ciudad y me doy cuenta que no mucho.  Se que a San Petesburgo llego Francisco de Miranda luego de pasar por Kiev y conocer (conocer bien dicen algunos) a la emperatriz Catalina, recuerdo el maravilloso libro "Hunger" de Elise Blackwell que narra las penurias del cerco aleman de Leningrado (1941-44), recuerdo tambien un impactante documental sobre el mismo tema que vi en una sala casi vacia en NY hace unos anos,  algunas referencias vagas de la revolucion rusa y el bien merecido asesinato de Rasputin, varias recomendaciones de gente que paso de visita ("No te pierdas el Hermitage ni el paseo en barco para ver los puentes que se abren de noche").  San Petesburgo es una ciudad turistica y hay que visitar, por que no, lo que los turistas visitan. 








Hermitage







Nuestros dias los pasamos recorriendo las calles de la ciudad y su laberinto de canales, visitamos el museo de zoologia (conmovedoramente decrepito) para ver los dos bebe mamuts congelados, los mismos que aparecieron en el programa de National Geographic, entramos al museo etnografico a ver la coleccion de monstruosidades del Zar (todas la deformidades fisicas que pudieron reunir en el imperio), el museo Ruso para ver de nuevo a Malevich y Filonov (alli descubro al talentoso Boris Grigoriev), la casa de Nabokov, dos o tres catedrales de techo de cebolla y dos sesiones en el impresionante Hermitage.  Si, no importa cuanto te advierten sobre la belleza del Hermitage no deja uno de sorprenderse con el edificio y la coleccion que guardan en lo que fue el antiguo palacio de invierno de la Zarina.  Cuartos y cuartos de objetos, momias, joyas, carrozas, vestidos, tapices y cuadros, haciendole de fondo a Da Vinci, Rafael, Miguel Angel, Rubens, Rembrandt, Matisse, Picasso, Van Gogh, Gauguin, Velazquez, Murillo, Zurbaran.......  Un verdadero laberinto de arte donde es facil perderse.  Esa noche nos tropezamos con un concierto de Sting con la orquesta filarmonica, compramos tickets, que placer escucharlo bajo el azul claro del cielo de medianoche.  
Quien sabe que
Quien sabe que

Curiosidades del Zar

Mamut congelado

Sting



Caminamos infinito, hablamos por horas, nos reimos de necedades, le conte a Arie de la familia, de mi papa que se murio cuando el tenia apenas siete anos y de mis abuelos que nunca conoci, de mi hermano y yo cuando eramos pequenos, del cuarto que compartiamos y de lo bueno que fue, nos contamos historias, compartimos las anecdotas de sus meses en Israel hace unos dias y de mis meses en Francia hace unas decadas (alla en la prehistoria cuando no habia internet ni celulares), nos reimos mucho.   No podia dejar de ver en el y en sus gestos a mi hermano, a mi mismo, el placer de ver al Arie pequeno que se hizo grande.   Cuando me despedi de el ayer en la manana me provoco abrazarlo y darle un beso.   Lo hice, lo hice a pesar de que hacia dias que no se habia afeitado.

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