En Madagascar una tarde hace ya tiempo

En Madagascar una tarde hace ya tiempo
no, no soy yo

domingo, 19 de mayo de 2013

Andamos Limando. Cuarta entrega: la pandilla de la Plaza Roosevelt



 
La Plaza Roosevelt desde nuestro balcon

Puntualmente, todas las mañanas a las 10 y en las tardes a las 4, se reúne la pandilla de la Plaza Roosevelt.   Llegan acompañados de sus guardaespaldas, se ven de lejos y se reconocen, se encuentran los cuatro secuaces alrededor de una pequeña fuente rodeada de flores, palmeras y árboles inmensos que queda en el medio de la plaza, una pequeña fuente donde toman agua las ardillas.  La Plaza Roosevelt, no de Teddy sino de Franklin Delano, es el punto de encuentro de la más temida mafia de San Isidro.  Nunca faltan; llegan los cuatro algo despeinados, acaban de despertarse de su siesta, algo babeados,  tambaleándose algunos, otros relajados en sus coches, palanquines de cortesanos.  El primero en llegar es Vasco, de pelo negro y mirada profunda, siempre serio, vestido de bluejean y camisa blanca (de bluejean abultado por el pañal).  Vasco espera impaciente a sus compinches, va y viene con la mirada fija y el ceño fruncido.  Sabe que sus amigos vienen pero igual aguarda preocupado.    Al poco rato llega Cayetana con un vestido rojo y zapatos blancos de patente, unos cuantos dientes y su colita de caballo.  Se sonríe y va corriendo a abrazar a Vasco quien la recibe aliviado.  Cayetana trata de darle un beso y Vasco hace una morisqueta, no quiere que lo vean enamorado.  “Quien es la reina?” pregunta su guardaespalda y Cayetana sin vacilaciones se señala a si misma mientras persigue a Vasco.  Por la esquina norte llega caminando Chapotín, sí Chapotín,  el miembro chino de la banda, la conexión asiática, el puente con el oriente y sus misterios.  Chapotín usa tirantes y tiene la camisa afuera, tiene el pelo al rape y los ojos lo más de almendrados.   Su verdadero nombre nadie lo conoce,  todos lo llaman por su nom de guerre, por el apodo con el que lo bautizó su creativa niñera:  “Yo no se señor cual es el verdadero nombre de Chapotín, es un nombre muy difícil, algo así como Chuan Hon Tin” es la explicación oficial y la verdad es que al resto de la pandilla les da igual.   Chapotín llega y comienza a dar vueltas con Cayetana.  Chapotín, de buen apetito, siempre tiene a la mano un bocadillo, una lumpia, un helado D’onofrio o un alfajor.  Casi hay quorum, pronto comenzarán las deliberaciones de hoy, hay temas que debatir, cosas que hablar, cuentas que saldar.  Los tres se voltean cuando ven llegar al Marlon Brando de la plaza, al gran masón, al líder de la banda, al rubio Benjamín alias “el Holandés” quien controla a su capricho –quien iba a imaginarlo- los nexos cubano-venezolanos de la pandilla.    Inmediatamente comienza la reunión bajo la mirada indiferente de las autoridades y del serenazgo de San Isidro que nada sospecha, parece a primera vista un encuentro inocente, una reunión de niños.   Se tropiezan y se jalan el pelo, se embarran las manos y se las limpian en la fuente, acarician los perros que pasean por la plaza.  Hablan en código, “gruuu, wag, hun, yuuuuu” dice Cayetana,  "ahhhhhhhhhhh" grita el Holandés, Chapotín habla en chino (o así parece), Vasco callado, el Holandés bien babeado.   Así transcurre la reunión del komintern, todos hablan al mismo tiempo, los ánimos se caldean, van y vienen mociones, todos opinan, al final siempre se impone la calma.  Ya es la cinco de la tarde y todos tienen que volver, el tiempo  vuela en la plaza.  Se despiden, Cayetana le da cinco besos a Vasco, Chapotin presta su lumpia, Bejamín se sonríe mostrando sus encías mientras trata de morderse el pie mostrando sus dotes de contorsionista.  Se guiñan el ojo, vuelven a citarse para la mañana siguiente.  Ya todos saben, ha quedado acordado,  que este sábado habrá una reunión extraordinaria en casa del Holandés, es el cumplemes de Benjamín –cumple seis- y su mamá quiere que la pandilla haga una pausa en sus labores, que se tomen al menos un pequeño descanso,  que por un momento dejen de ocuparse de cosas serias y vengan a jugar un rato, que coman un dulce.
De izquiera a derecha: Vasco, Cayetana, el Holandes y Chapotin
 

El Holandes