En Madagascar una tarde hace ya tiempo

En Madagascar una tarde hace ya tiempo
no, no soy yo

miércoles, 18 de mayo de 2011

Noches de Soroche en el Titicaca




  Yo, que soy fuerte y que me burlo del “jet lag”, que subi hasta la cima del Kilimanjaro sin dolor de cabeza ni dolor de pie (a Martina Navratilova, a la mismisima Navratilova, tuvieron que bajarla de emergencia http://abcnews.go.com/Health/martina-navratilova-hospitalized-kilimanjaro-attempt/story?id=12366329), que casi nunca tengo frio, que me jacto de haber tomado leche de yegua fermentada en la carpa de una amable familia Mongola en las afueras de Ulan Bator, que estoy alerta y ojiabierto aun cuando duermo una sola hora.  Yo, el viajero todo terreno que –con toda la soberbia- nunca lleva medicinas en su maleta (un solo Imodium en caso de extrema urgencia), que con arrogancia le dije a Vanessa “no, a mi no me hace falta tomar te de coca”.  Yo, que me burle de los consejos de los limenos: “come poquito, camina lentito y duerme solito”, yo, el viajero invencible, fui humillado por el mal de altura a orillas del Titicaca.
    Aterrizamos muy temprano el viernes en el aeropuerto de la ciudad de Juliaca (la “Venecia” del altiplano) el comienzo de un fin de semana largo en el sur de Peru en la frontera con Bolivia alli donde se reparten el Titicaca.  Nos bajamos del avion contentos a 3.800 metros de altura, sonrientes, ignorantes del poco oxigeno que transportaba nuestra hemoglobina de costenos. 

Altura y coordenadas en el aeropuerto
  Recogimos nuestras maletas y partimos rumbo a Puno a una hora del aeropuerto.  “Keiko o Humala senor?” le preguntaba yo al taxista en mi campana de proselitismo politico a favor de la “China”.  “Keiko senor”, me decia mientras se ponia una gorra naranjada con el nombre de la candidata escrito en letras grandes.  “Keiko senor, pero aqui en la region de Puno gana Humala” nos advertia con algo de preocupacion.   Durante casi una hora hablamos de Chavez y del elenco de cocos de la izquierda de nuestro querido continente, conversamos entretenidos con el chofer sin sospechar que el soroche (mejor conocido como mal de altura) nos preparaba una emboscada.  Llegamos al hotel y luego de una siesta partimos a explorar el centro de Puno (nuestros flojos globulos rojos, sin sospecharlo nosotros, perezosos llevando y trayendo migajas de oxigeno).  Como no habia taxi tomamos una camioneta publica algo oxidada (si, se notaba que no eramos oriundos de Puno) y nos quedamos donde comenzaba una larga feria callejera de comida y mirinaquis. 
Puno by day
 “Si me desmayo no te asustes, solo atajame y ponme alcohol en la nariz” me dice Vanessa, asi de repente, al poco rato de comenzar nuestro paseo.  Yo, que estaba disfrutando el espectaculo de fritanga y curiosidades, apure el paso para encontrar un restaurante (preferiblemente con suelo alfombrado) donde poder comer algo.  No, Vanessa no se sentia bien; nos sentamos en un  comedor no tan glamoroso y pedimos una pizza mientras yo repasaba mentalmente todo lo que aprendi en los cursos de resucitacion y primeros auxilios que me dieron hace 26 anos en el colegio en Caracas.   Terminada la pizza, y aun sin desmayarse, tomamos un taxi de vuelta al hotel no sin antes comprar unas pastillas contra el soroche de color muy amarillo y tamano descomunal.   
    “Keiko o Humala senor?” en mi campana de conversion de taxistas.  Siete soles mas tarde llegamos al hotel a descansar.  Cenamos ligero y a dormir.   Media hora despues me levante con sed y todo el dolor de cabeza del mundo, "debe ser solo sed, a mi no me da mal de altura" me dije mientras me tomaba una botella de agua.  Al rato mas dolor de cabeza, algo asi como si tuviera atrapado un pajaro carpintero detras del ojo.  No tardaron en manifestarse los demas sintomas, la noche entera vomitando con insomnio y mareo, durmiendo solo a ratos, sonando con que me obligaban a jugar de delantero contra la seleccion de futbol de Bolivia a 4.000 metros de altura en la Paz.  Siete largas horas mas tarde, entre suenos y pesadillas, me levante, me duche y baje a la recepcion a pedir que me dieran alguna pastilla o llamaran a un chaman.  “Quiere que le demos oxigeno senor?” y al rato yo sentado en el lobby sonriente (de lo mas cool y seductor) abrazado a la bombona.   En menos de 24 horas nuestro paseo, nuestra aventura de jovenes energeticos se habia convertido en una excursion de la tercera edad.   
Hotel en Puno

 



Recorrido que hicimos en el lago





  Esa manana tomamos un pequeno barco en el muelle del hotel para ir al otro lado del lago, a la pequena Isla de Suasi donde pasamos las siguientes dos noches.  En el camino nos paramos primero en Uros, una comunidad de unas 2.000 personas que viven desde tiempos inmemoriales en islas hechas por ellos mismos a base de totora, una especie de junco que crece en el lago.  Los Uros fueron empujados a sus islas vegetales por los otros habitantes del altiplano hace cientos de anos.  Parias del lago, siguen viviendo desde entonces en grupos de varias familias en islotes interconectados que  dependen del turismo y de la artesania.  Tropas de turistas, nosotros eramos siete, se bajan en las islas para aprender como las construyen, para que les muestren como cazan pajaros, crian truchas; para ver sus pequenas casas y para escuchar -con algo de pena- como cantan en ingles y frances con acento aymara (Sur le pont de Avignon y Twinkle twinkle little star).  Al pie de la choza que visitamos habia amarrado un cormoran de ojos azules “la sangre cura la epilepsia” nos dijo el senor Uro y al lado un flamingo blanqueado “la sangre de flamingo cura los dolores de parto”.  Justo al lado un pequeno lorito desalinado “ese no cura nada, ese me lo compre en un viaje a Arequipa” (y yo preguntandome cual sangre cura el soroche).  Luego de un corto viaje en barco de totora, las mujeres de la isla remaban mientras los hombres nos decian adios, nos montamos en nuestro bote y seguimos rumbo a la isla de Taquile.    









El loro no medicinal


Taquile es una verdadera isla, de las mas grandes del lago, ha estado habitada desde hace aproximadamente diez mil anos primero por Pukaras, luego por Tihuanacos y finalmente por los Incas.  Pedro Gonzalez de Taquile compro la isla en 1580 y no fue hasta 1937 que los locales la recuperaron.  Hoy en dia viven en la isla alrededor de 1500 habitantes en seis comunidades que viven de la agricultura (la isla esta llena de antiguas terrazas donde siguen sembrando cebada, maiz, papa, quinoa y trigo).  Nos esperaban en la orilla un grupo de mujeres tejiendo y tres hombres que nos mostraron sus costumbres y vestimentas.  Un pequeno baile (no muy agitado porque aun estaba recuperandome del soroche) y de vuelta al barco. 
 Adivinen quienes en la foto tienen mal de altura


El Titicaca es el lago navegable mas alto del mundo y con 8300 kilometros cuadrados el mas grande de America del Sur (el de Maracaibo en Venezuela es en realidad un estuario).  El agua del lago, calmada y fria, calmadisima, es de un azul hipnotizante.  En nuestro viaje lo recorrimos de norte a sur muy cerca de la frontera con Bolivia donde, si el dia no esta nublado, se ve una hermosa cordillera de nevados (Bolivia tiene 40% de la extension del lago.  Se dice que fue en la Isla del Sol del lado boliviano donde nacio la civilazacion Inca). Hay muchos pajaros; patos negros y de colores, gaviotas blancas, cormoranes y un pajaro endemico que se llama el zambullidor porque nada bajo el agua en vez de volar cuando quiere escaparse.    Luego de cuatro horas y media de viaje finalmente llegamos a nuestro hotel en Suasi, una pequenita isla deshabitada cerca del pueblo de Cambria.  Suasi pertenece a la senora Marta Giraldo quien la heredo de su familia.  Nos cuentan que fue su abuela (o tal vez su bisabuela) quien la compro (o tal vez invadio) a finales del siglo XIX.  Marta, quien se ha dedicado desde hace muchos anos a estudiar el ecosistema y las culturas de la zona, vive en una pequena casa, muy modesta, al costado del hotel.  

Foto muy artistica del reflejo de un arbol



La terraza de nuestra habitacion



El Hotel Isla de Suasi tiene solo 23 habitaciones y esta disenado con la idea de que tenga bajo impacto ambiental, esta construido con materiales locales respetando el caracter de la isla y toda la energia que utiliza es solar.  Con nosotros habia solo otros dos grupos.  Tres franceses de Marsella amables y despeinados (a quienes bautizamos la familia L’Oreal) y dos inglesas, mama e hija, que habian dejado al papa en Miami mientras ellas exploraban Peru.  Suasi es un destino de contemplacion, las actividades son caminar por la isla, ver las estrellas, pasear en kayak y sentarse en la terraza de flores a leer y ver los infinitos pajaros (sobre todo los colibries, hay seis especies en la isla que se dan un banquete de nectar todas las mananas).  En Suasi no hay que estar en ningun lugar a ninguna hora, no hay apuro, no se puede llegar tarde a nada, no hay enchufe en las habitaciones ni tampoco secador de pelo.  La comida es maravillosa y sencilla, quinoa y kiwicha en todas sus variaciones, vegetales frescos y la mejor trucha.  En la isla el censo es sencillo: hay 12 alpacas y 8 vicunas salvajes, muchas vizcachas y uno o dos zorrillos.  Hay un solo sendero que va del hotel a la cima mas alta desde donde se ve el atardecer.  Arriba, en la cima, hay decenas de monticulos de piedras que la gente hace, me dicen, para pedir deseos.  Subimos una tarde y nos quedamos viendo las nubes, el sol y el agua, los tres enredandose con el horizonte.  La familia L’Oreal y las dos inglesas se van al dia siguiente asi que nos quedamos solos en la isla con Josue, un encantador mesonero que amablemente nos lleva oxigeno al cuarto en la tarde y antes de dormir.  Salimos a navegar en kayak, yo atletico y musculoso remando a grandes velocidades, el agua calmada y el clima perfecto. 







        Llega el momento de volver, en el barco que nos busca llegan tres suizos, Josue sale a atenderlos y nosotros, descansados con ganas de quedarnos mas tiempo, nos despedimos de la isla.  El viaje de vuelta es mas corto, dos horas y media, estamos en Puno a las 4.00 de la tarde sentados en el lobby de nuestro primer hotel recordandonos de Suasi y sus sopas. El avion sale en unas horas.  Mientras tanto voy al pueblo a comprar unas pastillas para el dolor de cabeza y chocolate, de vuelta le pregunto al taxista “Keiko o Humala?”  y me dice Humala.  Le cuento historias de terror de Venezuela, que no hay agua ni luz, que el crimen es incontrolable, que el que tenga un dolar va preso, que si gana Humala seguro le quitan el taxi.  Le digo que Humala es como el soroche.  Ahora que lo pienso bien no creo que el senor entendio mi metafora.

Vanessa, Cadaques y Barcelona

Algunos viajes comienzan mejor que otros.  Este ultimo, por ejemplo, comenzo hace unos meses con un  correo electronico de esos que rastrean promociones de viaje.  El correo leia: "vuelos a Barcelona de NY ida y vuelta por US$ 137".  La primera reaccion es pensar que se trata de un vuelo en Biman (la linea de Bangladesh) via Dacca que sale una vez a la semana.  No, era una promocion de Delta.  La segunda reaccion es pensar que luego de sumar los impuestos, el sobrecargo por combustible, la tasa de aeropuertos, y la contribucion a la Iglesia de la Sagrada Familia, el pasaje costaria US$ 1500.  Pero no, segui el enlace del correo y luego de escoger fechas descubri, para mi sorpresa, que con todos los impuestos y afines la tarifa era de US$ 210 por persona.   Sin ni siquiera llamar a Vanessa,  sin ni siquiera parpadear, compre los dos tickets y marque el calendario: Barcelona y la Costa Brava del 7 al 13 de abril.
    Luego de un viaje costosisisisisisimo en taxi al aeropuerto (US$60), llegamos emocionados al feo terminal de Delta en JFK.  Nos apertrechamos de vituallas (notese el lexico castizo) y nos pusimos a esperar la salida de nuestro vuelo (resistiendo, eso si, la tentacion de preguntarle a todos los que estaban en la cola cuanto les habia costado su pasaje a Espana). Siete horas y varias peliculas despues (Vanessa fascinada con la operabilidad del control remoto) aterrizamos en Barcelona.  El clima perfecto, perfecto por toda la semana, un verano anticipado y secreto sin la muchedumbre de julio y agosto.  En el mismo aeropuerto alquilamos un carro, un mini rojo glamoroso, y nos aventuramos al norte a explorar la Costa Brava y Ampurda (con acento en la ultima "a" que no encuentro como marcar con este teclado).




   

El plan era no-plan, llegar a un pequeno hotel simpaticamente llamado la Malcontenta que nos recomendaron unos amigos de Vanessa http://www.lamalcontentahotel.com/.  El hotel es pequeno, maravilloso, de escaleras de madera y dibujos de buen gusto en las paredes, de cuartos amplios y balcones asoleados, el bano con toallas que se creen sabanas y una ducha torrencial de esas que uno no quiere apagar.  La Biencontenta, que asi deberia llamarse el hotel, tiene muchos (muchos) pajaros de los que se pasean cantando sin verguenza, abejas amigables,  dos o tres lagartijas timidas y desayunos generosos de croissants, yogurts, frutas y toda la gran familia de los embutidos.  Como solo nosotros sabiamos que era verano habia muy poca gente en el hotel.  La primera noche nadie, la segunda noche algo mas de huespedes; una pareja furtiva de una peruana con un peninsular adinerado e infiel que llego en un Bentley mucho menos cool que nuestro Mini; una familia de ingleses con poca melanina que desayunaban con un perro en las piernas, un perro poco agraciado que comia mas embutidos que nosotros; y dos novios embelesados que no salieron del hotel y que jamas se soltaron las manos.  La Malcontenta queda muy cerca de la playa de Castell, una pequena bahia (una cala para biennombrarla) que esta rodeada de pinos y acantilados.  Cinco minutos en bicicleta y estabamos en la arena, el agua muy fria, sol, brisa y muy poca gente.  Esa tarde algo mas de bicicleta por las calles de Palamos, el pueblo mas cercano al sur, y por la noche una cena deliciosa en la Galera, el restaurante del senor Fermin simpatizante del Partido Popular que nos conto de sus tias abuelas que emigraron a Cuba y Venezuela.  
Edu, Ana y Vanessa
Palafrugell
La Costa Brava es una cadena interminable de calas y pueblos blancos colgados de la montana con nombres algo dificil de pronunciar (si lo quieres pronunciar bien): Palafrugell, Tamariu, Begur, Portbou, Cap Creus, Port de la Selva, uno tras otro desde Barcelona hasta la frontera con Francia.  Ampurda esta salpicada de pueblos con centros medievales y sembradios.  En esta epoca del ano el campo esta alfombrado de flores amarillas y purpura, manchas de colores en un mar verde.  Hay un sendero de bicicleta muy largo y bien marcado que hila los pueblos esquivando las glorietas y el trafico.  Edu y Ana, dos amigos encantadores de Vanessa, vinieron de Barcelona para almorzar con nosotros el sabado.  "Vamos a Palafrugell" nos dijeron (pronunciandolo bien) y una media hora despues estabamos rodeados de gambas, pulpo y almejas frente al mar.  Varias botellas de vino mas tarde Edu y Ana, no recuerdo si ya les dije que son encantadores, nos llevaron de paseo por el pueblo y luego a un hotel a tomarnos unas cervezas en lo alto de un acantilado desde donde el mar se ve unos metros mas largo que el infinito.  

Al dia siguiente nos rendimos al sol y las bicicletas y decidimos extender nuestra estadia en la Costa Brava.  Tomamos el carro y nos fuimos a explorar el norte.  Cadaques es el mas pintoresco de todos los pueblos, el pueblo de Dali y sus amigos, es tambien el mas frecuentado por los turistas.  Al llegar nos paramos en el estacionamiento municipal que, como se ve en la foto de abajo, es muy exacto en el calculo de la tarifa: 0.040936 euros el minuto o fraccion.   Subimos las calles empinadas de piedra (todas llenas de gatos centinelas), nos tomamos unas fotos y de alli al borde del mar a almorzar fideua, una paella de fideos, que se deja comer bien con una botella de vino blanco de Penedes.  Los restaurantes tienen todos fotos de antano, de cuando Dali, Duchamp, Picasso, Magritte, Ray y Pla se paseaban en traje de bano por las calles de Cadaques posando para los turistas del proximo siglo.  Tratamos de visitar la casa de Dali en Portlligat pero no tuvimos suerte, estaban agotadas las entradas y tuvimos que conformarnos con verla desde afuera y pasear un rato por la linda bahia que la rodea. De alli a Cap Creus, el punto mas oriental de Espana continental, un cabo de paisaje lunar donde el viento casi se llevo a Vanessa.   Era tarde, decidimos volver a la Malcontenta  bordeando la costa con mi copilota profundamente dormida. 

Cadaques
Tarifa del Estacionamiento POR MINUTO!!!!


Vanessa a punto de despegar en Cap Creus


 La ultima manana, engullidos los embutidos, salimos a hacer "senderismo", que asi le dicen en Espana y que nosotros -agringados- llamamos hiking.  Muy cerca del hotel, en la mismisima bahia de Castell, comenzamos a caminar con un par de botellas de agua y un chocolate en la mochila.  Por algo mas de dos horas fuimos bordeando las calas, subiendo y bajando la montana, descubriendo pequenas playas con nudistas autistas, tomandonos fotos y viendo casas que nos encantaria alquilar y llenar de amigos. 



Si, me moje los zapatos sin querer


   De vuelta decidimos parar a almorzar en Girona.  Nuestro analfabetismo catalan, nos fue imposible entender las senales de transito, hizo que nos metieramos con el carro ilegalmente en la ciudad vieja de callecitas estrechas. Un buen gerundense (entiendo que tambien puede decirse girones o gerundi) nos vio extraviados y nos mostro un lugar donde podiamos parar el carro (aun sin el permiso).  No mostro tambien un restaurante italiano donde Pierre, un chef venezolano, nos preparo un magnifico risotto y ajoporros a la parrilla.  Girona es bellisima, ruinas romanicas y escaleras, un centro historico impecable, calles estrechas y muchas heladerias.  Subimos y bajamos, nos montamos en un trencito de esos que pasean a los turistas mas flojos, nos asomamos al rio, curioseamos en las calles de la antigua juderia (de las mas grandes de Espana).  Nos quedamos con ganas de volver, sobre todo de probar el Celler de Can Roca, un restaurante con tres estrellas Michelin no lejos de la ciudad (http://www.cellercanroca.com/PORTADA/intro.htm) al que iremos pronto.

Girona

Finalmente Barcelona,  devolvemos nuestro mini y a cenar con Edu y Ana y Edu y Teresa, dos amigos de Edu y Ana, en un restaurante de comida catalana. "Que cada uno pida algo y compartimos" nos dicen los anfitriones.  Reviso el menu y pido emocionado jabali para compartir, Vanessa, Ana y todos los Edus me miran con algo de extraneza.   Llegan todos los platos, espero pacientemente, y nada de mi jabali.  Sospecho de una conspiracion con el mesonero.  Me resigno, no pregunto por mi plato y me dedico a comer lo que pidieron los demas.  De alli a tomar algo en un bar no muy lejos.  En Espana, cuando se trata de un trago, me recuerda Vanessa, no importa la hora y menos aun si es un dia de semana.
 A la manana siguiente nos encontramos con ellos de nuevo para visitar la Iglesia de la Sagrada Familia.  El tio de Edu, hasta hace poco obispo auxiliar de Cataluna, hizo los arreglos para que el hijo de Lluis Bonet el sucesor de Gaudi (tambien hermano de Jordi Bonet actual arquitecto de la obra), nos hiciera una visita guiada.  Nos encontramos todos esa manana en la puerta de la iglesia, llego el senor Bonet, saco una llave inmensa de metal de esas de antano y nos abrio el porton principal ante la mirada atonita de los turistas que con paciencia zen esperaban en la interminable cola.  Tuvimos que afinar nuestro oido ya entrenado porque las explicaciones eran todas en catalan cerrado, historias interesantes de Bonet padre y Gaudi, figuras y alegorias esculpidas en la roca, detalles y fantasias, el delirio de las formas en un bosque de paredes, cupulas y vitrales.  Todos boquiabiertos siguiendo escaleras arriba al senor Bonet que conoce cada rincon y que tiene las pantorrillas de hierro.  La iglesia construyendose desde 1882 y todavia a medio a acabar, la creacion suspendida, Bonet padre, Bonet hijo (y quien sabe si Bonet nieto) poco atentos a la fecha de inauguracion, mas interesados en los reyes magos de aquel friso que nos miran de reojo o aquella tortuga abnegada que sin chistar sostiene la inmensa columna en la entrada.  
  

El senor Bonet

De la iglesia al Can Sole en la Barceloneta (http://www.cansole.cat/) otro recinto religioso del cual si me confieso fiel devoto. Con sed y hambre nos entregamos a las sepias, chipirones y gambas,  comemos y conversamos al ritmo de buen vino blanco, sin mucho apuro, planeando un paseo con Edu y Ana en agosto a algun lugar de Suramerica, dandoles las gracias por tanta hospitalidad, tratando de adivinar la edad del amable senor Bonet.