En Madagascar una tarde hace ya tiempo

En Madagascar una tarde hace ya tiempo
no, no soy yo

martes, 23 de noviembre de 2010

Dos dias en Paracas (no Caracas)



 Me contaron que no muy lejos de Lima, unas tres horas al sur, hay unas islas donde los lobos de mar se echan al sol y los pelicanos comen despreocupados entre cormoranes y pinguinos mientras los turistas les toman fotos, algo asi como una version de bolsillo de los Galapagos ("el Galapago de los pobres" le dicen algunos).  Asi que reclute a Ariel, mi vecino de Caracas personaje ya legendario de mi blog, para que me acompane (a estas alturas Ariel ya es una suerte de Jean Passpartout y yo algo asi como la version de fin de semana de Phileas Fogg).  A las tres de la tarde un viernes, con Nicanor al volante (un amable taxista ya amigo) nos fuimos al sur a buscar el sol que le robaron a Lima.

   La Reserva de Paracas es un area protegida, la unica reserva marina del Peru, que cubre una peninsula seca sequisima y un punado de islas.   A Paracas se llega por la carretera Panamericana, la misma que dicen va desde Alaska a Argentina -con el hiato del tapon del Darien en Panama-.  El camino bordea el Pacifico y a ambos lados solo hay desierto, desierto y no mucho mas.  Nos dijeron que saliendo de Lima  habia una panaderia estupenda, parada obligatoria en la ruta del sur.   Lamentablemente y a pesar de nuestros esfuerzos, no la vimos ni la olimos.  Decidimos seguir sin escalas hasta nuestro hotel en Paracas.  Pasamos Pucusana, San Vicente de Canete, Chincha ("Chincha es un pueblo de negros, alli bailan buenisimo", nos dijo el mismo que recomendo la panaderia), luego Pisco (todavia saliendo de la resaca del terremoto de hace tres anos), y varios caserios mas, todos iguales, secos, empapelados de propaganda electoral.  El tiempo paso rapido, gracias en gran medida a un espontaneo contrapunteo de chistes mal contados, de historias de Jaimito y otras por el estilo.  Llegando a Paracas, algo perdidos, nos paramos para que algunos miccionaran (en Lima, en la ruta del aeropuerto al hotel Marriott, hay un anuncio en la calle que dice "Prohibido miccionar", a mi -que normalmente no cargo un diccionario- me hubieran metido preso).  Finalmente ya de noche llegamos al hotel, un Starwood de muy buen gusto, piscinas azules y estupendas camas.

   
           Temprano en la manana nos despertamos para hacer el tour de rigor a las Islas Ballestas, las mas accesible de las islas que salpican la costa de la Reserva de Paracas.  Nicanor,  que nunca en su vida se habia montado en barco, nos paso buscando al hotel para llevarnos al puerto (le encanto y no se mareo).  Apenas llegamos nos informaron que el paseo estaba retrasado, que habia que esperar que la neblina se despejara.  Aprovechamos para tomarle fotos a Ariel con el pinguino y para darle de comer a una pareja de pelicanos que, coquetos e indiferentes, se paseaban por la playa.  






      El paseo en bote comienza con una parada frente al Candelabro de Paracas, el famoso geoglifo, una figura cavada en la arena a la manera de las lineas de Nazca.  Abundan las teorias sobre su origen, no se sabe en realidad que tan viejo es o quien y por que lo hizo.  Se sabe muy poco de la civilizacion Paracas que florecio en esta franja de la costa entre 500 AC y 200 de nuestra era. 

   Una media hora en mar abierto hasta que llegamos a unos islotes abarrotados de vida.  Impresiona el contraste entre la abundancia de vida animal y la ausencia total de vegetacion.  Las islas Ballestas estan habitadas todo el ano por colonias inmensas de lobos marinos, pinguinos y millones (si, millones) de pajaros.  La cantidad de aves explica la capa blanca de nitrogeno asoleado (el excremento de los pajaros) que en lugares llega a tener 50 metros de profundidad.  Ya desde el tiempo de los Incas el guano era reconocido como buen fertilizante, a mediados del siglo XIX llego a convertirse en el primer producto de exportacion del Peru.  Cada tanto, aun hoy en dia con la competencia de los fertilizantes sinteticos, se recoge el guano y se exporta. 

        

 
      De vuelta al hotel nos comimos una muy (muy) buena hamburguesa al borde de la piscina, nos recargamos de vitamina D, paseamos por el muelle del hotel, flojeamos y, justo antes de montarnos en el carro, fuimos a miccionar.  Pisco, Chincha, San Vicente del Canete, Pucusana, todos los mismos pueblos -igual de arrugados- pero ahora en orden inverso.  Llegando a Lima, para desgracia nuestra, tampoco pudimos conseguir la biennombrada panaderia.   Tuvimos que conformarnos con mas historias de Jaimito.


lunes, 22 de noviembre de 2010

Con mi sobrino (y un condor) al pie del Canon del Colca

      Una feliz y extrana casualidad que ese viernes de noviembre hayamos coincidido en un restaurante chino en Lima, quien iba a imaginarselo, Nadav (mi sobrino mayor), Dan Wohlstein (mi amigo desde los cinco anos), Ariel Segal (mi vecino en Caracas, mi veci-hermano) y yo.  Los cuatro, y con nosotros tantos recuerdos de nuestros anos mozos entre arroz mixto especial, pato pekines/limeno, camarones en salsa agridulce y pollo al limon (que pidio Ariel).  Los cuatro, hambrientos y algo nostalgicos, intercambiando viejas anecdotas, como si nuestra mesa estuviera suspendida en el tiempo, sostenida en el aire por nuestras risas y el musculo de nuestra memoria.   Los cuatro, que probablemente nunca habiamos estado juntos, tan cercanos, tan a gusto, tan contentos, en el Dragon Verde de Lima.  Azares del exilio.  
     A la manana siguiente, o mejor dicho esa misma noche, saliamos Nadav y yo hacia Arequipa y de alli al Canon del Colca que con mas de 3100 metros de profundidad es el segundo mas profundo del mundo (el de Cotahuasi, tambien en Peru, es apenas unos 150 metros mas profundo).  Ambos son casi dos veces mas profundos que el (no tan) Gran Canon del Colorado.   Aterrizamos en Arequipa a las 5 de la manana, el Volcan Misti al fondo, y luego de negociar con Richard  Salas (ningun parentesco con Jorge y Guillermo) nos enrumbamos a Chivay tres horas montana adentro.   


    Le pedimos a Richard que manejara lo mas lento posible, sin apuro,  poco a poco por la carretera  que atraviesa la Reserva Nacional Salinas y Aguada Blanca, un paisaje espectacular de picos nevados, vicunas, pocos vecinos,  flamingos y cielos despejados.  Cada tanto un rebano de llamas y alpacas,  algunas lagunas con pajaros sedientos, el horizonte limpio y al fondo -como  colmillos gastados- un punado de montanas nevadas donde los incas enterraban sus sacrificios humanos.  Las historias de Richard fueron haciendose mas creativas a medida que ganabamos altura.  Al comienzo se limitaba a nombrar los pueblos que pasabamos "Ese es Yura, donde hacen el cemento" o " alli hacen La Escocesa, la mejor bebida del Peru", menos de una hora mas tarde las historias se hicieron mas interesantes :"En el Titicaca hay unas ranas que, con las patas estiradas, son del tamano de este carro" o "hay una iglesia que tiene un pasadizo secreto que va de Puno al Cuzco y que esta lleno de Incas, eso lo comprobo un senor que se perdio en el tunel por varios meses".  Nadav y yo seguiamos atentos al paisaje mientras nos imaginabamos las ranas Chevrolet, la de las patas estiradas, y la barba larga larguisima del senor del tunel.  






     Pasamos el pequeno pueblo de Chivay con su plaza y su iglesia y llegamos por un camino de tierra al Colca Lodge http://www.colca-lodge.com/, un bellisimo hotel al fondo del canon en el codo del rio.  Luego de un buen almuerzo, combatiendo las ganas de hacer  siesta, decidimos hacer una caminata maravillosa hasta el pueblo de Ichupampa (nuestro destino era otro pero, algo perdidos, alli llegamos, a la plaza de Ichupampa).   Vacas, ovejas, pajaros, terrazas de todos los verdes hasta donde alcanza la vista, paisajes hermosisimos y muchisimo sol.  En Ichupampa, cerca de la plaza, una senora mayor nos dio lo que creemos fue una bendicion (para el proximo viaje hay que comprar el Rosetta Stone de Quechua) y de alli  de vuelta al hotel a tiempo para un par de masajes bien merecidos.






      A la manana siguiente nos despertamos de nuevo muy temprano para ir a la Cruz del Condor, un mirador a una hora y medio de camino donde una familia de condores andinos tiene el habito de volar cada manana.  Decenas de personas esperan pacientes a que sol caliente el aire y los condores empiecen a planear al borde del acantilado.  Llegamos de primeros  (como a  las 7 de la manana) y nos sentamos al borde del precipicio con nuestras camaras listos para ver al pajaro mas grande del mundo ( el avestruz es mas grande, si, pero no vuela).  Pasaban las horas y solo habiamos visto un colibri  hasta que de repente paso flotando muy cerca de nosotros, de ida y de vuelta, un condor majestuoso con su cara arrugada y verrugosa.  Despues de todo era domingo, por que iba a despertarse tan temprano?  No muy lejos, en una parada que hicimos para comprar agua, vimos el tercer pajaro del dia, un aguila azul domesticada que insisti en colocarme en el hombro.



De alli de vuelta a Chivay, a pasear por el mercado y almorzar antes de tomar el autobus a Arequipa.   "Alpaca, sopa de Alpaca senorito", nos decia muy amable una senora mientras nos mostraba el femur del animal.  Nosotros preferimos comernos una modesta pizza no lejos de la plaza.  Puntuales como siempre nos subimos a un mototaxi y un sol mas tarde estabamos de primeros en el terminal listos para montarnos en el autobus de los frenos quejumbrosos.  Nos  sentamos en nuestros puestos, el 17 y 18, y partimos sin mas demora montana arriba y luego montana abajo cabeceando cansados sonando con las ranas chevrolet y la sopa de Alpaca.
   Arequipa es una ciudad encantadora con un centro colonial muy blanco varias veces reconstruido luego de los terremotos que la sacuden con regularidad.  Fundada en 1540 Arequipa es, pero no se siente asi, la segunda ciudad mas grande del Peru.  Mucho mas pausada, esta toda construida de piedra volcanica blanca que resplandece con el sol.  Nos tomamos una cerveza esa noche en una terraza con vista a la Plaza de Armas y luego comimos un pollo memorable en el Pollo Real a una pocoas cuadras del centro.  La ciudad esta llena de pequenos restaurantes y  casas coloniales muy bien conservadas.  En las calles las paredes llenas de afiches anunciando un concierto de Richard Clayderman en los proximos dias (buen termometro de la carrera de un artista cuando Arequipa es parada obligatoria del tour).  Nos acostamos temprano.
  A la manana siguiente salimos directo al Monasterio de Santa Catalina, un monasterio inmenso (una ciudad dentro de la ciudad). Fundado en 1579 albergo a las hijas de las mejores familias de la ciudad.  Alli llego incluso Flora Tristan como refugiada (hay un capitulo de su libro Peregrinaciones de una paria, tal vez el mejor, que se llama los Conventos de Arequipa y que cuenta las "licencias" que se permitian las monjas del monasterio).  Los pasillos y los claustros estan impecablemente cuidados,  todo adornado de arboles y flores, las calles con nombres de regiones de Espana.  Dos horas despues, apenas el tiempo suficiente para recorrerlo, salimos y fuimos a visitar el museo Santury http://www.ucsm.edu.pe/santury/ una coleccion impresionante que incluye a Juanita, el cuerpo congelado y perfectamente conservado de una adolescente inca sacrificada en el Nevado Ampato.

   
   Nuestro ultimo almuerzo, y sin duda el mejor, fue en Chicha el restaurant de Gaston Acurio en Arequipa.  Chupe de camarones, noquis de camarones, rocoto, choclo y unos cuantos platos mas de comida arequipena.  A las seis de la tarde ese lunes salio nuestro vuelo a Lima, alli, en el aeropuerto, nos despedimos.  Nadav volaba de vuelta a Miami; yo, algo triste,  me quede solo tarareando desafinadamente -sin saber por que- una melodia de Clayderman.  

jueves, 9 de septiembre de 2010

Orhan, Orhan y Orhan

   Hay escritores, muchos, que tienen el acento de las ciudades donde vivieron, que recorren una y mil veces sus vecindarios contandonos historias, que vuelven a hablarnos una y otra vez de sus abuelas y las maneras de hacer el desayuno, de los sonidos de la calle, de los primeros dias de clases y los olores de la infancia. Orhan Pamuk, el primero de los tres Orhan, es Estambul, la Estambul de los anos sesenta donde nacio y crecio, una ciudad aletargada y gris que se recuerda a si misma, que vive la nostalgia de otros Estambules. En el Estambul de Orhan se atisba aun el esplendor otomano, el que hipnotizo a Flaubert y Pieerre Lotti, la silueta de los minaretes en el verano. Hay ciudades, muchas, que tienen el acento de los escritores que vivieron en ellas, ciudades que se convierten en narraciones, ciudades que nos cuesta volver a ver igual despues de haberlas leido. Estambul, al menos para mi, suena a Pamuk; me cuesta caminar al borde del Bosforo o ver las pocas casas de madera que sobreviven -artriticas, osteoporosicas- sin recordar alguno de los recuerdos de Pamuk. Adoptamos de repente la infancia de otro, tomamos prestada su nostalgia y con ella paseamos por la ciudad fingiendo que acabamos de llegar, fingiendo originalidad. Volvi hace poco a Estambul y, como siempre, no pude deshacerme de Orhan.

   Hay fotografos, algunos, que tienen el acento de las ciudades donde vivieron, que la retratan y vuelven a retratarla, que la toman prestada para volver a prestarla. Orhan Cem Cetin, el segundo de los tres Orhan, es Estambul. Hace unos anos paseaba yo, escapado, por una exposicion de fotografia muy pequena en el sotano del Istanbul Modern (www.istanbulmodern.org), una exposicion dedicada al puente de Galata que une el viejo barrio de Sultahnamet con la "nueva" Estambul.  Era un solo cuarto, rectangular y alargado, y al fondo Darbogaz ("Cuello de botella"); una foto gris e inmensa, gris y estupenda, de barcos y luces en el Bosforo. Es una foto de Orhan a quien no me quedo mas remedio que conocer. Desde hace unos anos tengo una ventana al Bosforo en mi apartamento en Nueva York, barcos y luces que flotan pacientes esperando su turno, Darbogaz en Manhattan.  En mis viajes a Estambul tengo ahora la suerte de poder tomar una cerveza con Orhan, el segundo de los tres Orhan, nos sentamos a hablar de esto y de lo otro, de sus proximas exposiciones y de sus hijos, de politica y de comida, del paseo al pintoresco pueblo de Safranbolu que siempre planeamos para mi proxima visita (www.orhancemcetin.com).  Esta vez Orhan nos presento a Murat, un amigo fotografo, con quien visitamos el museo -casualmemte exponia el- y luego almorzamos (un almuerzo memorable en el restaurante de otra amiga suya -Didem se llama ella- con una buena sonrisa y mejor aderezo). Fueron un par de dias maravillosos de verano y Ramadan por las calles y las aguas de Estambul. Esta vez, ademas de los Orhanes de siempre, me acompano el bueno de Ricardo, a quien Paris fue tan amable de prestarme por un par de dias. "Adonde vamos?" preguntaba Ricardo a lo que yo respondia, a la manera pretensiosa de un turista new age: "no es el destino lo que importa sino el recorrido, el journey, el safari (una de las tres palabras en swahili que conozco)". Asi, tomamos un taxi hasta casi Bebek (un taxi que amablemente nos dio el vuelto en billetes falsos), caminamos un rato al borde del Bosforo, nos montamos en un barco que nos llevo a Asia, un taxi en busca de un restaurante bien recomendado, dos cervezas criando el hambre en un estupendo paseo peatonal, historias y recuerdos de antano en Boston y Washington, criada el hambre una cena inolvidable en Ciya Sofrasi (el restaurante bien recomendado que ahora recomiendo yo).  Al dia siguiente la iglesia de Chora con los mosaicos dorados, los cristos y apostoles cuadriculados, las historias de Bizancio que la buena suerte y paredes falsas de madera lograron salvar.  De alli al cafe de Pierre Lotti, otro frances enamorado de Estambul, una vista infinita del Golden Horn y luego un paseo en bote hasta el Bazar de la especies.
    
 Ahmet, el capitan de nuestro barquito (barquitito), nos miraba sonriente al mando de un motor que con un ratoncito de fuerza hacia el ruido de mil caballos. En el Bazar nos aprovisionamos; datiles, almendras, higos, pistachos, aderezos y frutas para seguir escalando ciudad arriba hasta llegar a un viejo Hamam donde los turistas cansados y deseosos de "oriente" dejan sus inhibiciones para entregarse, envueltos en una toalla, a los placeres de los masajes y el calor. Esa noche una buena cena turca, buen vino y un postre espectacular. Mas historias y anecdotas de Boston, la revista de rigor de todos los amigos comunes, la lista de sobrenombres. "Otra botella?" nos hacemos la pregunta retorica "si, por supuesto", nos respondemos, y mas conversa animada entre alcachofas, hojas de parra, kafta y buen yogurt.  El primer dia, sin Ricardo, el museo de arqueologia, maravilloso y caluroso; la estatua de Safo, Marcias angustiado, el sarcofago de Alejandro Magno (que se llama asi pero no es de el), decenas de otros sarcofagos y cenotafios (la muerte como espectaculo) y un cafe con pocos clientes en un patio repleto de columnas y capiteles.
 

Y el tercer Orhan? Si, se me olvidaba,  Orhan se llamaba el chofer del taxi que me llevo -callado y con el estomago vacio- ese domingo de Ramadan desde el aeropuerto

sábado, 31 de julio de 2010

300 tiburones (o mas) a pocos centimetros

Llego Rafael, el biologo, temprano en la manana con su hijo Emilio en un bote que se llama Grampus (el nombre del primer delfin-ballena que Rafael vio cuando se mudo a Yucatan hace 25 anos). Los ultimos reportes eran buenos, se hablaba de un cardumen muy grande de tiburones no muy lejos de Isla Mujeres. Luego de una hora y media de viaje Rafael detuvo el barco y a los pocos segundos vimos a nuestro lado la aleta de un tiburon inmenso, del tamano de nuestro bote, que se paseaba en la superficie con la boca (inmensa) abierta. Boquiabierto el tiburon y boquiabiertos nosotros nos colocamos la mascara y las chapaletas (aletas) para saltar al agua. Cuando nos acercamos al borde para zambullirnos empezamos a ver mas tiburones, 10, 20, 30,"cuantos hay Rafael?", "mas de cien seguro" nos respondio tratando de no exagerar. Saltamos al agua sin imaginar lo espectacular de la experiencia. La temperatura estaba perfecta, pocas olas, y de repente decenas de tiburones nadando lentamente a nuestro lado, rodeandonos como si no existieramos, nadando hacia nosotros y esquivandonos en el ultimo segundo. Son grises e inmensos, miden desde 5 metros los mas pequenos hasta 10 o mas los mas grandes. Van muy cerca de la superficie con la boca abierta aspirando agua repleta de hueva de bonito, un banquete tropical que dura de mayo a septiembre. Nos acercamos a tres centimetros de ellos, nadamos a su lado, nos tocan con sus colas, vemos las remoras que van felices pegadas a la espalda, las branquias, la barriga. Emilio nos acompana de cerca con una camara (muy pronto colocare las fotos y el video que tomo) y Rafael nos ve sonriendo desde el bote: "son probablemente 300" nos grita y luego nos dice "bienvenidos a mi oficina". Y pueden ser facilmente 300 o mas, adonde volteamos vemos aletas y colas, bocas inmensas que van barriendo el agua. Duane, que ha buceado mucho muchisimo por muchos anos, me dice que es tal vez la mejor experiencia marina que ha tenido (este ano Duane ira al Pacifico a nadar con ballenas grises, esa probablemente le gane a esta). Estamos emocionados (hasta hacemos "high five" en un momento), no nos cansamos se seguirlos, de nadar con ellos, tienen unos ojos muy pequenos que nos ven fijamente cuando pasan a nuestro lado. Aunque es el pez mas grande del mundo se sabe muy poco del Tiburon Ballena, apenas hace 15 anos que se comenzo a estudiarlos y en Mexico hace 7. Nos cuenta Rafael que hay dos poblaciones, una en el Pacifico -donde la sopa de aleta de tiburon los tiene amenazados- y otra en el Atlantico. Son peces tropicales y subtropicales aunque se les ha visto ocasionalmente en aguas mas frias. Nadan hasta 7000 millas en un ano. Nunca se ha visto ejemplares de menos de dos metros, se sospecha que viven muy profundo hasta que llegan a los 3 o 4 metros de largo. Solo hay un punado en cautiverio, un par en Atlanta, dos o tres en Japon y algunos en Taiwan (al de Dubai lo soltaron). Esta es la congregacion mas grande del mundo y hoy es uno de los dias que mas tiburones han visto juntos. En el fondo a lo lejos se ven tambien por momentos, como en un concierto, rayas inmensas nadando. "A veces pasan delfines" me dice Emilio, como advirtiendome que todavia se puede poner mejor. Rafael comienza a senalar tiburones que el ya reconoce, algunas veces por heridas en las aletas, " a ese lo veo cada ano desde 2005", "a ese lo hirio un bote", algunos tienen etiquetas que Rafael les ha colocado para hacerles seguimiento por satelite "el numero 803 es uno que marcamos hace poco" me dice contento cuando nos pasa al lado, "el ano pasado encontraron una de nuestras etiquetas entre Brasil y Surafrica" nos cuenta emocionado. Luego de varias horas en el agua subimos al bote sonrientes y cansados. Una hora y media de vuelta al hotel (yo algo mareado). Al llegar, un poco de piscina, un masaje, algo de lectura y una buena cena de pulpo y langostinos al borde del mar escuchando historias de Duane y sus islas. Yo, que soy un islologo enclosetado, lo escucho hipnotizado. "En el 2012 vamos a Uganda" me dice, "a ver un proyecto nuestro en una isla del Lago Victoria y luego a ver gorilas". Yo voy seguro, Duane lo sabe.

jueves, 29 de julio de 2010

Un hombre entre tiburones en Isla Mujeres

Dios tiene maneras inesperadas de manifestarse. Fueron menos de cuatro horas de Newark a Cancun, media hora en taxi, 25 minutos en bote y a la una ya estaba sentado al borde del mar en un magnifico restaurante -de mesas y sillas de plastico y arena en el suelo- comiendo un ceviche espectacular, indeciso entre el mero o el pargo (gano el mero). De fondo una musica de Marimba, Osvaldo y Walter son los dos musicos. Son hermanos, Osvaldo tiene 85 anos y Walter, el chiquito, 82. Tocan maravilloso. Ambos llegaron de Chiapas; "aqui se vive mejor", me dicen al unisono. Se vinieron hace ya 45 anos, el subcomandante Marcos no habia nacido aun. Pido una cerveza, me siento a leer y escuchar musica, el mar azul turquesa. Me traen el pescado y un coco frio. Que mas puedo pedir? Y de repente, aqui viene Dios con sus sorpresas, me toca un nino la espalda, me volteo y como una aparicion veo que me esta ofreciendo (en ingles) un racimo de mamones (mamoncillos, quenepas...una fruta entranable de mi infancia en Venezuela). Le compro dos racimos (estan muy dulces) y, ahora si, a disfrutar del momento.
Estoy en Mexico para nadar tres dias con el "Rhincodon Typus" mejor conocido como Tiburon Ballena. El Tiburon Ballena es el pez mas grande del mundo llegan a medir hasta 12 metros de largo y pesan 20 toneladas o mas (se piensa que viven un promedio de 100 anos, como los marimberos de Chiapas). Normalmente solitarios, en Mexico es el lugar donde se congregan los grupos mas grandes, algunas veces de hasta trescientos tiburones. Vienen a las costas de Yucatan en los meses de junio y julio a comer las huevas de los pargos. A pesar de su tamano, los tiburones ballena son totalmente inofensivos, comen plancton y pequenos organismos. Somos tres en el grupo, Duane - el director de Seacology (una organizacion sin fines de lucro que se dedica a financiar proyectos ambientales en islas alrededor del mundo), Rafael (el cientifico mexicano encargado del programa de proteccion de los tiburones ballena) y yo. Saldremos por tres dias con un bote del gobierno mexicano a nadar con los tiburones y reunir data. Llevan meses sobrevolando el area y siguiendo los cardumenes, hace dos dias vieron 100 pero no hay garantia de que los veremos este fin de semana. Ya veremos si tenemos suerte.
Hoy, mientras esperaba que llegara Duane, alquile una bicicleta y recorri la isla. Es pequena y muy tranquila pero, lamentablemente, ha sido devorada por el "progreso" desordenado. Esta muy construida (y mal construida) con basureros y aguas negras por todos lados (hay afiches electorales en muchas paredes, mi favorito es uno que dice "Agapito, confiamos en ti"). No queda casi ningun tramo de la costa sin hoteles o casas y la playa, la playa norte que es la mejor, esta abarrotada de gente, asfixiada de sombrillas y vendedores. Yo sigo en mi bicicleta sudando el coco y la cerveza mientras me pasan los carros y las motos a toda velocidad (en una moto van tres personas, un senor, su esposa y el hijito amamantando!) Vuelvo al hotel y me voy a nadar al mar. Tengo que ir escondido porque hay un grupo de Houston que conoci en el barco y que insisten en adoptarme. Son muy amigables, quieren que este con ellos, me ofrecen Doritos y tequila, yo muy amablemente les digo que no (ellos, que tienen mi edad, estan en una onda de spring break). Prefiero leer y descansar un poco. Manana temprano viene a buscarnos Rafael. Si hoy consegui mamones sera mucho mas facil encontrar a los tiburones.

martes, 20 de julio de 2010

En Panama cambiando de canal


“A fuckin fun weeken inda playa paseando in Panama”, o algo parecido, seria lo que diria un Bocatoreno para describir mi ultimo fin de semana. El Guari-Guari, el dialecto creole que hablan los habitantes de Bocas del Toro es, como ellos mismos lo explican: “una mezcla de ingles y espanol pero con muchas, muchisimas, vulgaridades”. A nosotros nos tomo por sorpresa cuando lo escuchamos por primera vez camino a Cayo Zapatilla en un pequeno restaurant a orillas del manglar donde nos paramos a ordenar nuestro almuerzo. Pedimos la comida: “preparenos por favor un mixto de mariscos con curry y coco” y de alli fuimos caminando por un puentecito de madera sobre el agua hasta otra casita a alquilar mascaras de buceo (y un par de esquies para Jorge). Fue entonces cuando nos tropezamos con un grupo de amigos que conversaba muy animadamente en Guari-Guari. La costa caribe de Centroamerica estuvo por mucho tiempo mas cerca de las antillas inglesas que de la America espanola (dicen que Arzu, el arquero hondureno del mundial de Espana 82 que rompio en llanto cuando perdieron contra Yugoslavia faltando tres minutos, hablaba mucho mejor ingles que espanol). Desde muy temprano, desde comienzos del siglo XIX y luego de nuevo a comienzos del siglo XX, llegaron a Panama oleadas de trabajadores negros, principalmente de Jamaica y Barbados para trabajar en las plantaciones de banano y en la construccion del Canal. Muchos, los que sobrevivieron, se quedaron a vivir en Bocas del Toro y sus alrededores. El bote de amigos Guari-Guaris se fue, pero por un rato se siguie escuchando a lo lejos, entre risa y risa, el contrapunteo de “fuckin..fuckin”. Nosotros tambien estabamos listos para seguir nuestro paseo. Cesar, nuestro lanchero, a quien bautizamos “Cervecesar” cuando nos pidio que le compraramos dos Corona de desayuno a las 8.30 de la manana, nos dejo en la orilla del cayo Zapatilla. Saltamos al agua, le dimos la vuelta al islote caminando por la playa y comenzamos a nadar. El agua tenia la temperatura perfecta, pocas olas, sol pero no demasiado, desde el agua se veia el centro de la isla muy verde rodeado de una franja de arena limpia y, lo mejor de todo, muy, muy poca gente.
Cervecesar

Cayo Zapatilla







Bocas del Toro es un archipielago a 45 minutos en avion de la ciudad de Panama; “si nos despertamos temprano vamos por el dia” dijimos algo escepticos la noche antes y a las seis de la manana estabamos sentados tomando agua de coco en el aeropuerto esperando que saliera nuestro avion de Air Panama comandado por el capitan Perez, un simpatico piloto argentino. El avion aterriza en Bocas Town, un pueblo “funky” que los mochileros descubrieron hace unos diez anos y donde ahora vive una comunidad de extranjeros que no pudo mas con el clima de Londres, el trafico de Buenos Aires, las dos semanas de vacaciones al ano de los Estados Unidos, el desempleo involuntario o que simplemente no quiere usar zapatos. En Bocas Town siempre es la hora de la siesta. Tomamos un taxi del aeropuerto al embarcadero (nos costo un dolar y no tuvimos que regatear) y alli contratamos al bueno de Cervecesar. El archipielago son cuatro islas grandes (parte de ellas parque nacional) rodeadas de muchos islotes, un laberinto de manglares, y montones de delfines que vienen atraidos por colonias de sabrosas medusas. Pasamos el dia recorriendo playas, visitando hoteles para ver adonde ir la proxima vez, hablando y re-hablando entretenidos de los mismos temas, continuando como si nunca las hubieramos interrumpido las conversaciones que comenzamos en Chicago hace ya 15 anos. Al final del dia tomamos algo en el pueblo mientras esperabamos al capitan Perez y su tripulacion, 45 minutos de vuelo a la ciudad de Panama, justo a tiempo para una buena cena de kibbe, hummus, falafel y kafta en un agradable comedero libanes. En Panama se come bien. El dia antes, apenas llegue, almorzamos en Posta; un restaurante magnifico donde de entrada nos sirvieron queso feta y camarones sobre patacon y de plato principal una corvina divina (valga la rima). Cuando estaba por terminar mi pescado me dijo Jorge: “Preparate porque faltan todavia las dos mejores cosas del restaurante: “el postre y la cuenta”. Y asi fue, el postre de chocolate maravilloso y la cuenta muy solidaria.
Panama se siente como un hibrido entre Dubai y Barranquilla, la ciudad ha cambiado mucho desde que vine la ultima vez en 1998 pero guarda todavia, en el casco viejo y en otros vecindarios, el ritmo de antes. Impresiona mucho ver los nuevos tramos de autopistas, los hoteles, el museo de biodiversidad (en construccion) que Frank Gehry diseno, los edificios altos, los centros comerciales y las luces pero impresiona tambien, por lo menos a mi, lo cerca que esta la ciudad de la naturaleza. A diez minutos del centro de la ciudad hay bosques, verdaderos bosques, con infinitos pajaros, ranas de colores y monos. Hay playas y lagos, islas, bambu y palmeras. Panama no ha perdido, aun, algunos de los rasgos de las pequenas ciudades, en Panama todavia se siente el pulso de la naturaleza, el horario de la lluvia, la menopausia del tropico.
Llega el lunes, Jorge a su oficina y yo a Lima a trabajar. Sentado en el avion asomado a la ventana volando sobre el canal me doy cuenta que tengo muchas ganas de volver, “fuckin ganas de come back" que asi debe decirse, me imagino, en Guari-Guari.


viernes, 16 de julio de 2010

Siete dias al son de las vuvuzelas

Son solo 15 horas de vuelo hasta Johannesburgo y voy contando los minutos desde que despegamos con la mirada fija en la pantallita que muestra por donde va el avion (preguntandome a quien le interesara que la temperatura es menos 57 grados centigrados afuera a 36.000 pies de altura?!) Ya hemos visto tres peliculas en el DVD player que compramos ("La Teta asustada", "Derecho de Familia" y "Cashback"), vuelvo a ver la pantallita de reojo y apenas estamos cruzando el Atlantico todavia muy lejos de la costa de Costa de Marfil. Vamos, Guillermo y yo, camino a Surafrica a ver algo de futbol. En el avion ya se siente el ambiente festivo; las aeromozas vestidas con el uniforme amarillo Bafana Bafana del equipo surafricano, los pasajeros -sobre todos los que si saben de futbol- ansiosos por llegar e ilusionados pensando que sus equipos ganarian (eso cuando el pulpo Paul todavia era un pulpo cualquiera y Espana acababa de perder contra Suiza), el piloto contento dandonos la bienvenida en ingles e impecable Afrikaans. Llegamos temprano en la manana (15 horas de vuelo, 22 horas seguidas sin dormir), el aeropuerto repleto de voluntarios todos con las sonrisas mas sonrientes que hemos visto. Tomamos el nuevo tren rapido a la ciudad para llegar a nuestra cita con Firoz y Nazira, mis dos buenos amigos. Almorzamos juntos una costilla gigante (27 horas sin dormir) y de alli algo apurados al partido Costa de Marfil - Brasil en Soccer City, un nido marron perforado de luces, lleno de fanaticos (casi 88 mil) de buen humor vestidos de colores. "Lo peor para el jet lag es dormir" le advertia yo a Guillermo cuando lo veia cabecear y el me veia, entre sonambulo e insomne, arrullado por un coro de vuvuzelas (29 horas-o mas- sin dormir).
Al dia siguiente, recuperados ya, salimos a explorar Jozi (que ese es el sobrenombre de Johannesburgo). Los taxistas en Surafrica son todos, al menos los que nos tocaron a nosotros, simpatiquiiiiiiiiisimos. Algunos nos hablaban del presidente Zuma y sus apetitos sexuales, otros del equipo de futbol local y de su estrella Torrealba, un venezolano que juega desde hace anos en Surafrica y que, parece, despierta pasiones, otro de su trabajo anterior como policia. Ese dia almorzamos con una buena botella de vino en Assagi, un comedero italiano de esos en los que a uno le provoca abrazar a los mesoneros, la torta de la nonna de postre y de alli a pasear. Esta es mi segunda visita a Johannesburgo en dos meses y cada vez se me hacen mas evidentes las semejanzas con Caracas. No solo las colinas y los arboles, las calles y los centros comerciales sino tambien, y sobre todo, la sensacion de dos ciudades en una; una adinerada y asustada que o emigra o se esconde tras las rejas electrificadas y otra, mucho mas numerosa y apartada, que se asoma cada vez con menos miedo. Dos ciudades que se comportan como siameses que se dan la espalda. Pero mas que las semejanzas, o precisamente por las muchas semejanzas, sobresalen las diferencias entre Venezuela y Surafrica: Mandela, que pudo hacer las paces con el resentimiento -el suyo y el de mas de 30 de millones de personas-, supo reconstruir sin destruir, desarmo el abominable aparataje del apartheid sin tener que desfigurar el pais, fue igual de intransigente en deshacer lo malo como lo fue en preservar lo bueno. Mandela, a diferencia de Chavez, resistio las seducciones y las trampas del poder.
Un juego cada dia: Espana-Honduras, Espana-Chile, Ghana-Alemania, Mexico-Uruguay, saltando de estadio en estadio sin poder decidirnos por cual equipo vamos. Durante el dia explorando Johannesburgo y Pretoria: el museo del Apartheid (bueno, buenisimo), la cerveceria Saab Miller (mala, malisima), la casa de Paul Kruger (eramos los unicos dos visitandola, bueno, nosotros dos y un japones algo perdido), el jardin botanico y dos o tres centros comerciales... Una de las noches decidimos pasarla en Sun City, una suerte de las Vegas dos estrellas a dos horas y media al norte de Johannesburgo. Nuestro hotel, "Las cabanas" se llamaba, era de un mal gusto entretenido. Sun City queda muy cerca de Pilanesberg, una parque nacional de 55 mil hectareas, un antiguo crater donde hoy pasean animales. Hicimos dos safaris, uno de tarde y otro temprano en la manana; montones de springbooks e impalas, elefantes (grandes y chiquitos), rinocerontes (grandes y chiquitos), tres jirafas (una alta y dos medianas), jabalies corriendo con las colas estiradas, un cocodrilo ("de esos he visto mucho decia Guillermo"), y algunos hipopotamos. Yo, como me pasa siempre con los animales, hipnotizado.
El sabado en la noche, nuestra ultima noche, decidimos ver Ghana-USA en un plaza con Firoz, Nazira y muchisima gente mas, todos bailando y vuvuzeleando, todos contentos. El domingo un almuerzo inolvidable de langostinos, codornices y vino en un restaurante portugues y esa noche de vuelta en el avion otra vez viendo la pantallita contando los minutos para la escala en Dakkar. "No duermas Guillermo, no es bueno para el jetlag" le decia yo mientras el cabeceaba.

lunes, 31 de mayo de 2010

Osos al oeste de Chiclayo

Por unos pocos meses cuando era pequeno los cartones de leche mostraban, en la parte de atras, el dibujo y una descripcion de especies de animales venezolanos en peligro de extincion. Frente a mi en las mananas un plato con una de las arepas gigantes que Carmen me preparaba, un vaso de chocolate frio y yo hipnotizado con el carton de leche Carabobo leyendolo mientras desayunaba. Las tortugas arrau, el caiman del orinoco, manaties, y yo queriendo saber mas (la impotencia de la era pre-internet), queriendo verlos de cerca y en vivo (muriendome de ganas de darles un pedacito de mi arepa). De todos los animales que aparecian en la serie habia uno que me interesaba en especial, que por alguna razon -que hasta el dia de hoy desconozco- capturaba mi imaginacion, recuerdo perfectamente el dibujo en blanco y negro de aquel oso Frontino, "el unico oso de suramerica", parado en dos patas viendome a los ojos. A partir de alli siempre le segui el rastro al Tremarctos Ornatus, siempre pendiente de cualquier noticia que apareciera, una aficion intima (poca gente la entendia o la entiende), me emocione cuando descubri que habia una pareja de ellos en el zoologico de Washington y los visite varias veces cuando vivi alla, me escribi con un tal Denis Torres en Venezuela quien se dedicaba a contar y proteger los osos, le segui el rastro a los osos frontinos del zoologico de Punto Fijo, lei y relei la parte del relato de Hiram Bingham de cuando llega a Machu Pichu y se tropieza con tres osos merodeando las ruinas. Por anos atento de reojo hasta que este jueves en Lima paseando por un centro comercial frente a mi hotel me tropece con una foto de un oso inmenso (oso de anteojos le dicen aqui) en un puesto de promocion turistica. Pregunto por el oso, por supuesto, y me cuentan de la reserva ecologica de Chaparri. Resulta que a dos horas de Chiclayo en el norte de Peru hay una reserva forestal, uno de los pocos bosques secos que aun quedan en la zona, donde se encuentra el unico centro de rehabilitacion de osos frontinos y donde ademas hay una de las ultimas poblaciones de osos salvajes. Al dia siguiente llame temprano a la reserva y reserve un cuarto en un pequeno ecolodge que construyeron para hospedar visitantes, compre un buen par de binoculares y un pasaje de avion. Chaparri es un lugar maravilloso. Fundado por las comunidades locales hace unos 10 anos, se ha convertido en un modelo de conservacion ambiental. Con poco mas de 34,000 has, es probablemente el ultimo refugio de bosque seco donde aun vive el oso frontino (se calcula que en toda suramerica quedan no mas de 4,000 osos muy dispersos entre Venezuela, Colombia, Ecuador, Peru y Boliva), Chaparri es ademas un paraiso para las aves con mas de 230 especies residentes muchas de ellas endemicas. La pava aliblanca, por ejemplo, se creyo extinta por casi 100 anos hasta que en los anos 70 se descubrio una poblacion muy pequena en el norte de Peru. Hoy quedan apenas 300 pavas de las cuales mas de 70 viven en Chaparri -y se montan en la mesa a almorzar con uno-. Zorros, pumas, pecaries, venados, condores, infinitos colibries...y un paisaje seco y maravilloso de cactus, flores y algarrobos. La noche del sabado, mi unica noche alli, no habia mas huespedes en el campamento asi que tuve toda la atencion de Lucila -mi guia- y los dos guardaparques. Largas caminatas, larguisimas, en la manana y en la tarde buscando pajaros y siguiendole el rastro a los venados. Me mostraron los animales que han rescatado -la mayoria de ellos fueron mascotas- y que pronto liberaran en el bosque. Hay 8 osos frontinos y un pequeno bebe "Pierre" que nacio hace casi un ano. Me quede hipnotizado de nuevo, como en mis desayunos hace 30 anos, viendo a Pierre y "Cholita", su mama, jugando a medio metro de mi -un tercio de metro, tal vez 15 centimetros-. Pierre y Cholita casi posando mientras yo les tomaba fotos, me quede muy quieto escuchando su respiracion. En la noche Joel, uno de los dos guardaparques, me llevo de paseo a buscar buhos y tarantulas. Joel, doolitle peruano, le hablaba con los buhos: trrrrri trrrrrri y ellos le respondian volando hacia nosotros; y luego puuuu puuuu para que viniera otro distinto de otra especie y al rato escuchabamos de vuelta puuuuuu puuuuu y el buho en una rama a nuestro lado. Tarantulas muy peludas al borde del camino, infinitas estrellas en el cielo, serpientes y todos los ruidos de la noche, ese escandalo que arrulla. Ayer en la manana fuimos muy temprano a ver el "bano de los colibries", un estanque muy cerca del comedor donde montones de colibries ( o colibris) van a socializar, a tomar agua y banarse, a batir las alas como si la gravedad fuera cosa de otros. Algunas horas meciendome en hamaca (he refinado el arte del hamaqueo), leyendo y persiguiendo pajaros con mis binoculares, un buen almuerzo y de vuelta al aeropuerto de Chiclayo para conectar a Nueva York via Lima. Sentado ahora en NY todavia tengo la mente en Chaparri, pienso que tal vez haya sido Cholita la del dibujo en el carton de leche Carabobo, estoy listo para ir de excursion al Orinoco a buscar a ese manati que tambien me miraba.

domingo, 16 de mayo de 2010

De nubes, sonrisas, cebras y otras maravillas de Africa

Es curioso. A dos semanas de haber vuelto, me siento a escribir estas lineas tratando -como hago siempre- de recordar historias para contar y me tropiezo en vez con una avalancha de sensaciones; con la respiracion entrecortada de ese elefante a la puerta de nuestra carpa en mitad de la noche, con el ronquido de los hipopotamos, con el escandalo de los infinitos pajaros, con el crujir de los huesos cuando comen las hienas y los leones, con las canciones ("Beautiful Botswana") que de repente -a veces si, a veces no- nos cantaban en los campamentos justo antes de la cena, con el ocre del agua del Okavango, las sonrisas de Kenny, Sam, Jacob, Thabo, Janet, Pax y la de mi buen amigo Firoz sentado entre langostinos en un restaurante portugues como si el tiempo se hubiera detenido hace 17 anos; siento y escucho y huelo los arcoiris de Victoria Falls rodeados de verde y la lluvia desordenada de las cataratas, las nubes con formas de animales -patitos, elefantes y bat eared foxes- y los atardeceres que ni siquiera me atrevo a describir, aquellas dos jirafas retorciendo sus cuellos y las pestanas de las avestruces, los blancos y negros y marrones de las cebras todas en una y una en todas, el sonido de la radio al llegar al campamento "Lebala, lebala....Lagoon, Lagoon...Kwara..kwara" y la brisa en la cara, los monticulos de termitas -rascacielos de cien anos-, el cansancio maravilloso justo antes de las siestas al mediodia, las hormigas incansables -incapaces de tomar una siesta- al borde del sendero que nos llevaba a nuestro cuarto, las siluetas de los baobabs, el grito de los mandriles y el susto de esa lagartija inmensa que no nos vio llegar, el olor a hipopotamo muerto y a hipopotamo vivo, los colores del amanecer en el campamento de Lagoon y la luna llena en Lebala, las plumas del Lilac Breasted Roller, las duchas inolvidables al aire libre; y, lo escucho ahora, los sonidos que hace el pantano cuando lo atraviesan los elefantes.

lunes, 22 de febrero de 2010

De vuelta de una semana de nieve y fondue, orgullosos de nuestros meniscos.

El lunes a eso del mediodia, con hambre y sin GPS, decidimos hacerle caso a nuestro instinto y salirnos de la autopista siguiendo los anuncios del pueblo de Gruyere. Algunas curvas, mucha nieve y montanas, y llega uno al pie de una colina desde donde se asoma Gruyere, un pequeno pueblo de menos de 2.000 habitantes con un castillo, mucho colesterol y una pintoresca ciudad amurallada. Como era de esperarse, el hambre le gano a la curiosidad intelectual, fue unanime la decision de dedicarle solo 5 minutos a visitar la fortaleza (y no entrar al museo) para poder sentarnos lo antes posible a almorzar en uno de los restaurantes del pueblo. Nuestra mesonera, una simpatica y nostalgica peruana, nos trajo un delicioso fondue de queso local (no lo pidas de Cheddar, le adverti a Xandra antes de entrar) acompanado de papas, encurtidos y vino caliente. De postre, merenques con crema. La conversacion durante la comida fue una serie de "mmmmmm", "mmmmmmm", "mmmmmmmm", seguidos de "guauuuuuuu, viste que bueno" que se repetiria durante toda la semana (un itinerario gastronomico que jamas patrocinaria el American Heart Association).
De Gruyere seguimos a Crans-Montana nuestro destino final, pueblos gemelos montana arriba en la ladera de un espectacular valle, no muy lejos de la frontera con Italia. Llegamos esa misma tarde a tiempo para hacer los preparativos para nuestra semana de esqui; alquilamos las botas y el resto del equipo, llamamos al instructor, hicimos compras para el apartamento. A la manana siguiente nos esperaba Jean vestido de rojo frente al lift, listo para refrescar la memoria de esta pareja de esquiadores tropicales. Sin mucho preambulo nos lanzamos montana abajo y no nos fue mal. Jean, algo desentendido de nosotros, nos dejo al mediodia en una cabana a media pista donde comimos, de nuevo, al son de "mmmmmmms" y "guaus". Algo mas de ski en la tarde, menos diestros por el cansancio, y luego a explorar el pueblo. Crans es tres calles repletas de buenas boutiques y galerias de arte, casi siempre cerradas, varias panaderias y tiendas de comidas, casi siempre cerradas, y un cine donde todavia hay un intermedio para que el publico coma cotufa, compre chupetas y tome cafe. Alli vimos Oceans, un documental que no deben perderse (el link a la derecha), pura poesia, mar infinito, coreografias maravillosas de ballenas, cangrejos, rayas, calamares, delfines y mucho azul.
Esquiamos todos los dias, Werner el instructor del jueves ("up, up, voila" le decia a Xandra mientras la seguia de cerca), David el del viernes (menos simpatico), y nosotros teleferico arriba y pistas abajo disfrutando del paisaje y el sol de invierno sin descuidar nuestras rodillas. En las noches buena comida: pasta el martes, raclette inolvidable el miercoles, una cena magica el jueves en el Hotel Terminus; y ensalada y sopa (nada mas) el viernes. Por la tarde ese dia, el ultimo en Crans, nos fuimos camara en mano a pasear por el bosque en medio de una nevada, arrodillados y acostados (felices) en la nieve tratando de tomarle fotos al frio y el silencio. El sabado, ya camino a Zurich, nos paramos en Berna para visitar el Zentrum Paul Klee, un bellisimo edificio disenado por Renzo Piano lleno de pinturas y dibujos del talentoso artista suizo. De alli a Zurich para salir a NY con las rodillas a salvo y la maleta llena de chocolates y postales de Klee.

sábado, 23 de enero de 2010

De plazas y otras sorpresas al borde del mar

En Miraflores, alli donde de repente se acaba Lima y comienza el Pacifico, hay un malecon que bordea el precipicio y se asoma al mar. Salgo a correrlo en la manana sin saber donde se termina, disfrutando del paisaje lunar de esta ciudad donde cualquier llovizna es un diluvio, contento de que hoy no hay bruma ni apuro en Lima. El malecon es una suerte de serpiente, un paseo de curvas adornado con jardines cuidados por tropas de trabajadores en uniformes,la gente que corre -o muchos de ellos- probablemente terminan tomando un Latte Grande Spumatto en el Starbucks mas cercano. En mi camino me tropiezo con pequenas plazas y monumentos dedicados a batallas, proceres y otros ciudadanos (uno de ellos a la virgen) una leccion a la carrera de historia peruana; yo sudado y algo distraido llego a un recoveco cerca del estadio municipal donde el camino se convierte en una calle ciega con un busto dorado refulgente sobre un pedestal. Sin pararme del todo le doy una vuelta y leo: "A Carlos Alberto Izaguirre Alzamora", le doy otra vuelta y leo "gestor del dia de la madre en Peru". La del bueno de Carlos Alberto tiene que ser la mas simpatica de todas las plazas, me pongo a pensar en la que debio haber sido su cruzada incansable contra los hijos menos agradecidos, la emocion de Carlos Alberto cuando se entero que el segundo domingo de mayo siempre caeria domingo, el orgullo de su mama y su abuela cuando se enteraron de que le dedicarian un busto dorado al borde del mar, las preguntas que se deben hacer los psicoanalistas corredores que se tropiezan, como yo, con el busto de oro al Edipo peruano. Otra vuelta a la estatua, me memorizo el nombre de Don Izaguirre para poder googelearlo y corro de vuelta al hotel. De alli salgo para Polvos Azules (prueben el link en la foto del costado), la Somalia de la propiedad intelectual, un mercado inmenso -infinito- donde por algo mas de un dolar (antes del regateo) pueden comprarse casi todas las peliculas del mundo, una suerte de biblioteca de Alejandria en los Andes, carpetas y carpetas de peliculas imposibles de conseguir, documentales que alguna vez vi en festivales o en algun cine autista, pasillos y pasillos de las peliculas que acaban de salir (y tal vez de las que estan por salir), uno nombra un titulo y a la respuesta de "ya pues" sale el vendedor corriendo a conseguirla en el laberinto de tienditas, al rato vuelven con la pelicula en la mano listos los search engines humanos para salir a conseguir la proxima. El almuerzo en La Mar con mi amigo Ariel, mi vecino/hermano de puerta a puerta en Caracas; pido y me como todo el cebiche del mundo (mientras pienso en el que pedire manana), una buena conversa como ocurre siempre que nos vemos, hablamos sin parar de anteayer, hoy y pasado manana. La tarde para pasear calmados y hacer digestion, para prepararme para la cita a las 8.30 en el restaurante La Gloria -valga la redundancia- mi lugar favorito en Lima, la chita, el pisco, el pato, el pulpo.....estoy seguro que manana si corro un poquito mas lejos por el malecon de Miraflores tengo que tropezarme con el busto del ilustre senor a quien se le ocurrio "gestar" la fundacion de este maravilloso restaurante.

lunes, 11 de enero de 2010

Cartagena; mamey, nispero y zapote

Asi es, mamey, nispero y zapote (los tres primos hermanos) en una vasija de plastico al borde de la calle bajo la sonrisa de la mulata que los vendia. Y nosotros felices, pero no sorprendidos, de encontrarlos en el eden de frutas tropicales que son las aceras de Cartagena. Vasos de patilla, coco, mango, papaya, solos y mezclados, de la mano de vendedores ambulantes en cada esquina de la feria peatonal que es Cartagena. Y nosotros que salimos a pasear -casi al mediodia luego del remojo de rigor en la piscina- sin itinerario, a la izquierda o a la derecha dependiendo de donde nos llevara la mirada, asomandonos a los patios de las casas coloniales, curioseando (me gusta esa palabra), echandole un vistazo al fabuloso claustro tropical de la iglesia de San Pedro Claver abarrotado de vida vegetal, maravillosamente desordenado, verde simpatico. Y luego la piscina del hotel Santa Clara (de nuevo) al ritmo de los mojitos que de vez en cuando nos traian los calmados mesoneros. Esa noche algo de musica en un restaurant muy cerca para luego retomar la exploracion del caracol de calles de la ciudad. Nos toco tratar 5 cajeros automaticos, como un colibri capitalista, para poder sacar algo de dinero para ir a escuchar musica sobre la muralla muy cerca del mar. Tarde, muy tarde, caminamos de vuelta a nuestro hotel donde nos tropezamos con Garcia Marquez, que nos habia relevado en las artes del mojito. Y luego, doce horas despues y 70 grados de temperatura mas bajo, me encuentro en Newark leyendo el Otono del Patriarca (sin autografiar) y tomando agua de coco envasada.

miércoles, 6 de enero de 2010

Arroz con coco, sol y playa

Balsillas, a unas cinco horas de Mompox, es el nombre de una franja de la costa colombiana donde los paisas (la gente de Medellin) hacen castillos de arena, se asolean y pescan. Luego de cruzar el Magadalena en un ferry de esos de antano, tomandole fotos a una gallina viva que colgaba de la mano de una co-pasajera, tomamos la carretera a Rincon, un pueblito en un rincon del litoral. Dos paradas, una para echar gasolina y otra para tomar agua de coco, y ese aroma a salitre, el calor y el olor de la playa que trae recuerdos de mis temporadas en Puerto Azul, alla en la prehistoria. Nos estamos quedando en una casa en la bahia, el mar se escucha desde la cama, estamos a diez pasos del agua, rodeados de almendros y arboles de uvita de playa. Una franja de arena larga perfecta para caminatas a cualquier hora del dia, al volver a la casa jugo de guayaba, granadillas, pescado fresco y arroz con coco. Mucho tiempo de hamaca, paseos en lancha, persecuciones de cangrejos en la noche con los primitos de Xandra, picadas de mosquitos, islotes llenos de manglares y pajaros por doquier. Hoy un campeonato de pesca en lancha y yo, suerte de principiante dicen, pesco una barracuda de 4 kilos a los tres minutos de lanzar la carnada. Luego de una campana de 7 horas (viva el dramamine) volvemos con 15 kilos de omega 3 y mucha hambre. Atras quedaron los dias del bagre frito, aqui comemos carite delicioso, jurel, sierra y arroz con coco (arepa de huevo de desayuno). Hoy visite un acuario (lo que queda de el) en una isla donde la atraccion principal es un avestruz que se llama Paco, no es dificil imaginarse los pocos peces que quedan, que se han salvado del hambre de los que los cuidan. Manana tiempo de hamaca y mas manglares -esta vez de noche para ver como brilla el plancton- y el sabado Cartagena colonial, ultima parada antes de volver a Nueva York

sábado, 2 de enero de 2010

En Mompox sano, salvo y acalorado

Mompox es de esos lugares que quedan cerca en distancia pero muy lejos cuando se les quiere llegar. Una cadena interminable de trasbordos hasta que, de repente, nos encontramos en un oasis de arquitectura colonial en medio del Magdalena. A las 630 de la manana llegue al aeropuerto en Bogota para tomar mi vuelo a Monteria. Luego de 50 minutos de vuelo,valga decir que era el unico rubio en el avion, aterrizamos en un pequeno aeropuerto de provincia donde todo el mundo pareciera que esta a punto de tomar una siesta. Mucho calor y luz. A las 8.30 de la manana salgo del terminal y comienzo a negociar con los taxistas pronunciando con mi mejor acento caribeno para asegurarme que no me den la tarifa de gringo. El colectivo a Sincelejo, 4 veces mas barato y 9 veces mas apretado, esta a punto de salir asi que me animo y me monto. Casi dos horas despues, con la pierna algo adormecida, me avisa el chofer que hemos llegado y que tengo que tomar otro colectivo a Magangue. Me compro una mano de bananas y me monto en el asiento de atras de un colectivo pequeno y destartalado con dos cornetas inmensas detras de mi cabeza muy cerca de mi oido malo (el carro esta tan oxidado que si me corto me puede dar tetano). Una hora y media a Magangue. En Magangue me dejan a orillas del rio donde me toca tomar una chalupa (la version maritima del ultimo colectivo) que por 3 dolares me llevara al pueblo de Bodega a media hora rio abajo. Con mi salvavidas puesto y sin moverme mucho -el bote se balancea bastante- disfruto del paisaje, de los cientos de garzas al borde del rio y un cielo azul azulisimo. Al llegar a Bodega hay que tomar otro colectivo hasta Mompox, 1 hora de camino por una carretera a veces pavimentada a veces no. Para ese momento ya he entablado conversacion con Fabricio, mi companero desde Sincelejo, un senor de 56 anos que viene a visitar a su mama en Mompox y a quien ya le regale dos de mis bananas. Fabricio me cuenta que le ha ido bien en la politica, que desde hace dos anos tiene un buen trabajo de vigilante nocturno en la alcaldia de Sincelejo, que una vez al ano visita a su mama, que el nunca se enferma de gripa, que el de pequeno comia mucha yuca y bagre, que su esposa es del mismo pueblo, que Bogota es muy grande, que el aeropuerto de Mompox lo van a abrir pronto, que no deje de visitar el cementerio y que no me pierda el bagre frito. Nos despedimos justo antes de entrar al pueblo "feliz ano" me dice y me sonrie sudado (todos estamos sudados). Seguimos por unos 15 minutos mas hasta que me encuentro frente al Hostal de Dona Manuela. Entro y me dicen"bienvenido senor Grunberg", como si fuera el unico rubio que ha visitado Mompox desde que O´Leary paso por aqui con Bolivar camino a Santa Marta. Xandra y su hermano no han llegado, vienen de Medellin en carro, asi que dejo mis cosas y me voy a pasear. Mompox tiene tres calles: la primera, la del medio y la de atras. Me voy a la primera, al borde del rio, y me siento a comer en un restaurante que recomienda mi guia. Me toca una mesa al lado de Anokye, un frances que lleva semanas viajando por Colombia sin afeitarse. Pido el bagre, el no, y (sudados) nos ponemos a hablar sobre itinerarios y lugares secretos en Argentina, Bolivia y Peru. De alli salgo a pasear y tomar fotos, me siento a hablar con Elizabeth, una senora de 80 anos que todos los dias se mece frente a su casa de 2 a 6. Me cuenta que sus abuelos contaban que sus padres (los bisabuelos de Elizabeth) contaban de cuando Bolivar visito Mompox. Me recomienda que coma bagre y me explica como llegar al cementerio (ya a estas alturas estoy ubicado, son tres calles despues de todo). Fundada en 1537 y nombrada asi en honor al cacique vencido, Mompox fue la primera ciudad en Colombia en unirse a la causa independentista. "Si a Caracas le debo mi vida a Mompox le debo mi gloria" dijo Bolivar para quien la ciudad siempre ocupo un lugar muy especial. Por mucho tiempo Mompox fue punto de paso en la ruta de Cartagena a Bogota hasta que el exceso de sedimentacion hizo que el brazo del rio Magdalena que pasa por Mompox dejara de ser navegable. Alli se detuvo el tiempo, la siesta ha durado mas de un siglo. Sus hermosas iglesias (Santa Barbara, Concepcion, San Francisco, San Agustin....) se entretejen con las plazas, los balcones, las casonas coloniales y el cementerio blanco. Mucho sol y artesania, paredes descoloradas, pocos turistas y buen bagre.