En Madagascar una tarde hace ya tiempo

En Madagascar una tarde hace ya tiempo
no, no soy yo

domingo, 9 de septiembre de 2012

Carta abierta de Benjamin a Lucas; juntos domando la Costa Brava








Mi amigo Lucas


 Lucas, amigo, yo la verdad que la he pasado de lo mejor contigo este verano en la Costa Brava (la he pasado “guay”, como dices tú).

   Ayer fuimos a tu casa a despedirnos de tí pero estabas durmiendo plácido en el cojín de Maleni y no quisimos despertarte.   Edu y Ana, tu papá y tu mamá, nos prepararon una cena en la terraza, ellos hablaron y hablaron (yo la verdad que sigo sin entender eso de “la crisis en España”) hasta un poquito antes de las doce que nos levantamos para volver a nuestro hotel porque mi mamá cada vez se cansa más conmigo en la barriga y teníamos que hacer las maletas.   Como no pude verte anoche se me ocurrió escribirte esta carta para darte las gracias, para hacer la lista de las cosas que más me gustaron del viaje y para invitarte a Nueva York. 
La casa donde nos quedamos

L'Ampurda
Llabia

  
 Lo mejor de todo el viaje, al menos para mí, fueron los croissants de chocolate que comprábamos todas las mañanas en la pastelería Masvidal en Toroella de Montgrí (http://pastisseriamasvidal.com/menu.html) el pueblo que quedaba cerca de la maravillosa casa que alquilaron tus padres en medio del campo en L’Ampurdá al costado de la Costa Brava.   Mi papá, que sabe muchisísisisimo de croissants (y sobre todo de croissants de chocolates) repetía emocionado –mil veces- que era el mejor que se había comido en su vida: “es la textura perfecta, fresco y crocante, el relleno de chocolate no muy dulce no muy amargo y las dos puntas bañadas del chocolate negro a punto de derretirse” .  A mi mamá también le parecían sabrosos pero, para mala suerte mía, la sentía menos animada que mi papá tal vez porque a ella no le provoca mucho el dulce desde que quedó embarazada: “límpiate los labios amorcito que te quedó chocolate y migas en la barba” le decía mami todas la mañanas con cariño.   Déjame contarte Lucas de la pastelería y el pueblo porque a tí, que tienes sólo un mes y medio, nunca te dejaron venir con nosotros. 

Templo del croissant de chocolate

   Toroella de Montgrí parece a primera vista un pueblo cualquiera, pero créeme que no es así.   Al llegar pasas una rotonda de esas redondas que tanto abundan en España donde los carros parecen agarrar impulso para seguir su camino, y terminas en una calle principal de dos vías con una hilera de árboles en el medio.  Hasta aquí parece todo normal, esa es la misma impresión que tuvo mi papá el primer dia, pero espera, si te bajas del carro (que para ustedes es el Bugaboo y para nosotros el Seat Ibiza plateado que alquilamos) descubres el paraíso.   A un lado de la calle está la pasteleria de Masvidal, un templo a los carbohidratos (la casa del terror para los que le tienen alergia al gluten) atendido por dos señoras muy amables; Janet que es de República Dominicana y Marta que es española pero que antes de la “crisis” pasaba todas sus vacaciones en la República Dominicana.  Marta es la jefa de Janet y la esposa del pastelero, las dos son simpatiquísimas.  En Masvidal hay no sólo croissants sino flautas de jamón ibérico, pastelitos variados, y el mejor pan. A papi, que sólo tiene dos dias aquí, lo saludan con emoción cuando entra.   Del otro lado de la calle hay una tienda de vinos con un pasillo larguísimo lleno de botellas de todas las regiones de España, hilera tras hilera de Priorat, Monsant, Negre, Ribera del Duero y los de la infaltable Rioja.  Mi papá dice que es mejor comprar por docena, le prestan un carrito para que pueda llevarlas al Seat en un solo viaje.  Un poco más arriba hay una charcuteria magníficamente surtida, al entrar te tropiezas con una selva de patas colgadas y una vitrina de salchichones, butifarras y quesos.  No muy lejos una fruteria pequeña atendida por una señora algo adiposa no tan simpatica.  Qué estupenda es la fruta del verano español! (creo que eso lo dijo mi papá); melocotones inmensos y jugosos, higos dulces, nectarinas y uvas moscatel.  En la misma calle principal, ya casi saliendo del pueblo antes de cruzar el río Ter, hay una señora que todos los viernes, sabado, domingo y lunes vende “pollastres” en brasa y croquetas para llevar.  Es un tarantín, como debe ser, con hileras de pollos dando vuelta al fuego desde hace décadas: “llevo 24 años vendiendo pollastres y no nos podemos quejar” nos dice la dueña, humilde y sin pretensiones, mientras corta nuestros pollos en cuatro piezas con mucha destreza sin manchar de grasa el reloj Cartier que lleva en la muñeca.  Detrás del pueblo hay una montaña con un castillo del siglo XIII que mi papá quiere subir a visitar.  Yo creo que a nosotros nos gustaria ir porque tu papá dice que lo llaman el pezón de L’Ampurda y tu sabes cuanto nos gusta a nosotros una teta. 
  Así es Toroella de Montgrí, Lucas, un pueblo que puede pasar desapercibido para el viajero apurado (o para los aficionados al herbalife), pero que en realidad vale la pena explorar. Lucas, a Toroella de Montgrí le roncan los motores!!
Pollastres

 La casa que alquilaron tus padres es perfecta.  Queda al borde de un camino muy poco transitado que lleva del pueblito medieval de Gualta que es muy pequeño al caserio medieval de Llabiá que es minúsculo.  La diseñó una arquitecta de buen gusto (Pilar Líbano se llama), es de color ocre, tiene cuatro habitaciones y una piscina larga de agua salada justo debajo de dos árboles de olivo, dos árboles centenarios de esos que tienen los troncos gruesos, retorcidos y gruñones.   A Edu, tu papá, le gusta sentarse en las noches en la terraza a tomar vino y charlar a la luz de la luna que se asoma entre los dos árboles.  Mi papá se pone algo triste porque leyó que murió Neil Armstrong, el señor que llegó a la luna la semana después la que que papi nació hace muchiiiiiiiiiiiiiiisimo tiempo. Papi dice que es una rara coincidencia (casi que un homenaje a Neil) que justo en el mes de Agosto haya habido dos lunas llenas.  A mí me da mucha curiosidad saber qué pasará la semana cuando me toca nacer a mí.    
A tí te cuida una señora muy buena que se llama Maleni que tiene un esposo muy bueno que se llama Miguel que sabe mucho de fútbol (él se sabe la alineación completa del Atlético de Madrid de hace muchos años, de mucho antes de que Neil Armstrong llegara a la luna).  La señora Maleni es muy buena contigo, conmigo, con tus padres y con los míos.  A mí me hizo un babero muy lindo y a mi papá le cocinó chorizo, morcilla y almorejo.   Yo creo que Maleni puede que venga pronto a Nueva York, creo que le gustaría pasearnos por Central Park (lo único malo es que escuché a mi papá decirle a mi mamá que no la van a dejar entrar a Nueva York con morcillas).  Toda tu familia y muchos amigos vinieron a visitarte este verano, todos están muy emocionados de verte.  Tu papá y tu mamá te cantan, te bailan, te cargan, se babean por tí.  Maleni habla de tu prima Rita y de tu familia que es muy grande (hay una prima de la que hablan todo el tiempo, “la prima de riesgo de España”, que no se bien de que lado de tu familia viene).  Te cuento que tu papá te esta escribiendo un diario lindisimo lleno de dibujos y canciones.
Maleni

Tu mama


Casi todos los dias salimos a pasear.  A Sa Tuna un día a nadar en una cala pequeñita, una hendidura blanca en la montaña; a Peratallada a pasear comiendo helado, un pueblito medieval de calles muy estrechas y suelo empedrado; a Llafranc a echarnos en la arena a veranear luego de un arroz negro celestial; a Bisbal a curiosear antiguedades y visitar galerias; a la playa de Pals a almorzar en un buen restaurante que nos recomendó el simpático Ramon; a Empuriés a disfrutar de la playa y a caminar por el boulevar que bordea las ruinas griegas y romanas, te cuento que allí mismo en Empuriés hay un hotel cool donde casi se casaron tus padres.   La Costa Brava, ya algo mansa, está salpicada de pueblitos pintorescos y sorpresas.  No es casualidad que haya cautivado a Truman Capote, Duchamp, Ava Gardner, Pla, Sinatra, a Dalí y sus secuaces y a tantos otros.   A pesar de los excesos del turismo en masa, de los desenfrenos inmobiliarios que ha demacrado algunos pueblos y desfigurado tramos de la costa, a pesar de las multitudes de Agosto, sigue siendo un placer recorrer las calas y ensenadas, zambullirse en el agua fría, pasear muy temprano en la mañana, a la hora que salen los conejos, por los sembradíos de maíz, por las plantaciones de manzana,  por los campos de lavanda. 
Los dos olivos

Sa Tuna


Empuries

Desde nuestra habitacion, mi mama y yo nadando

Peratallada

 Rocío y Jaime vinieron a conocerte un día, ella es amiga de tu mamá desde hace mucho tiempo y él fue con tu papá a Estados Unidos cuando eran unos chavales.  A mí me cayeron de lo mejor, nos mostraron fotos de sus hijos y de su verano en Menorca, Jaime –que trabaja en la industria farmaceútica- nos explicó en detalle las fortalezas y debilidades del Cialis. Esa noche fuimos todos, tú te quedaste en la casa con Maleni, a Mas Sorrer, un restaurante lounge al aire libre a 5 minutos en coche.  Para entrar tienes que caminar por un pasadizo de girasoles inmensos que te miran cabizbajos, te sientes en un cuento de fantasía.  La pasamos de lo mejor; comimos, bailamos, todos los grandes (menos mami) tomaron vino, ginebra, whisky y un par de cervecitas (Jaime creo que tres).

Mas Sorrer



Tus padres (serios)

Jaime

       
Luego de una semana en L’Ampurda nosotros tres nos fuimos a Girona, una ciudad que visitaron mis padres el año pasado y de la que estan irremediablemente enamorados.  Alquilamos un apartamento exquisito en la parte alta de la zona vieja en la Plaza Domenec, una casa de cuatro pisos que una pareja catalana reconstruyó con el mejor de los gustos (http://alemanys5.com/).  Girona, adonde volveremos pronto, es una ciudad de casi cien mil habitantes con un casco antiguo de ensueño sobre una colina con escaleras que la recorren en zig zag.  A la ciudad la atraviesa un río con dos puentes que lo cruzan, el de piedra, el más viejo, y el de hierro, diseñado por el estudio de Eiffel; hay un antiguo barrio judío (el Call) con un pequeño museo, varias iglesias y la catedral, cafes y pequeñas tiendas de ropa, una librería de viajes fenomenal y sopotocientas heladerias, todo arropado por una antigua muralla desde donde se ve la ciudad.  En Girona y sus alrededores hay una galaxia de buenos restaurantes, constelaciones de estrellas Michelin.  El más conocido, sobre todo luego de la clausura de El Bulli, es el Cellar de Can Roca en el cual a pesar de nuestros ruegos no pudimos conseguir reservación.  Para consolarnos fuimos a Massana, un estupendo restaurant donde el propio señor Pedro Massana lleva 26 años cocinando y asegurándose de que los comensales salgan contentos. 
Girona






Finalmente Barcelona.  Lo que más me gusto de la ciudad Lucas fue ir al juego del Barca contra el Valencia.  Un estadio gigante lleno de gente. Edu dice que ya tú tienes carnet del equipo, a mí mi papá creo que me va a sacar uno de los Mets de Nueva York.   Ganó el Barca 1-0, menos mal porque frente a nosotros se sentaron unos rusos que hubieran salido muy pero muy enfadados si ganaba el Valencia. 

Barcelona nos encanta, nos quedamos frente al mar, mi papá salía a correr en las mañanas y de allí ibamos a la piscina del hotel a esperar que llegara la hora del almuerzo (Can Ravell www.ravell.com/, Cerveceria Catalana, Bar Mut www.barmut.com/, Kaiku).  Mi mamá se acostaba a descansar tomando sol y es allí cuando aprovechaba yo para pensar en la carta que te escribiría.  Lucas, no le digas a nadie pero yo tengo planeado salir de mi mamá la primera semana de diciembre (o unos días más tarde si está haciendo mucho frío), traéte a Maleni, ven a visitarme!

Shakira y Pique en el mediotiempo