En Madagascar una tarde hace ya tiempo

En Madagascar una tarde hace ya tiempo
no, no soy yo

miércoles, 3 de abril de 2013

Andamos Limando. Segunda Entrega: Por aqui paso Beny More o de como bailar al son del boom peruano


 
 
Por aquí pasó Beny Moré

y le metió candela

a Beethoven a Mozart a Vivaldi

los Beatles se salvaron porque le hablaron

largamente de algo parecido a la caída de un reino

                                                Victor Valera Mora, poeta venezolano


 

  Hay muchas maneras de medir el auge económico de los países.  Las más comunes, para muchos las más objetivas,  se valen de cifras –las que normalmente encontramos en la sección de negocios  de cualquier periódico local-.  Revisamos datos de crecimiento del producto interno bruto,  la tasa de desempleo, el comportamiento de la prima de riesgo, la tendencia inflacionaria, la solidez de la moneda, el déficit fiscal, el oráculo de los Bancos Centrales.  Hay también otras maneras más sencillas de diagnosticar la salud de la economía, medidas menos precisas, más anecdóticas, más cotidianas e intuitivas; medidas que, a menudo y por ello mismo, resultan más iluminadoras y, por qué no, más contundentes.   Se trata de medir la temperatura de la calle, el pulso de los peatones –todos, los ricos y los pobres-, el ánimo y las ánimas, los planes y anhelos (los públicos y los más secretos) de nuestros amigos y de los amigos de nuestros amigos, qué tanto mejor se imaginan que será mañana, con cuánto entusiasmo esperan la llegada de la próxima semana, del mes que viene.

  Leo ayer que Beny Moré, el legendario músico cubano, pasó por Perú en 1958.  Que en pleno auge de su carrera aterrizo en el viejo aeropuerto de Limatambo y de allí partió a recorrer Lima, Chincha, Ica y Pisco, que deleitó a los limeños más noctámbulos en el Embassy, la boite Las Brujas y el Olímpico.   La crónica de la visita de Benny Moré me lleva a pensar, casi automáticamente, en el número sorprendente de músicos y cantantes que desde hace unos años vienen a Lima.  Las paredes de la ciudad están empapeladas de propaganda promoviendo conciertos, los periódicos están llenos de anuncios; todas las semanas hay una banda o un cantante tocando, los teatros y estadios no se dan abasto, la gente compra las entradas con meses de anticipación. Vienen importantes artistas “internacionales”: Lady Gaga, Elton John, Marc Anthony (hasta Philip Glass!!) además de por supuesto todos los “regionales”, los de habla hispana, como Serrat y Sabina, Alejandro Sanz, Ana Belen y Victor Manuel, Silvio Rodríguez, Fito Paez y Gilberto Santa Rosa.  Perú, de repente, se ha convertido en una parada obligatoria en las giras internacionales, los empresarios locales y extranjeros con el ojo puesto en Lima.  Igual que los mejores toreros españoles y latinoamericanos, que desde siempre han anhelado torear en la venerable Plaza del Acho en el viejo Rímac; así, los músicos y cantantes se apuntan para cantar en el inmenso Estadio Nacional, en el pequeño teatro Maria Angola, donde se pueda. Hasta hace poco se veía muy cerca del Jockey Plaza, resplandeciente bajo la bruma limeña, la carpa amarilla y azul del mismísimo Cirque de Soleil.  No hacen falta cifras económicas ni hay que ser muy agudo para darse cuenta de que el nuevo protagonismo de Lima va de la mano del bienestar económico que vive el país.  En Lima hay hoy un público que no sólo tiene tiempo libre sino que también puede y quiere pagar entradas costosas –muy costosas- para ver a sus artistas favoritos.  No importa si es buen o mal negocio, lo que importa es que quienes organizan los conciertos y los artistas que vienen lo hacen con la expectativa de que harán buen dinero.  Parece haber una sed insaciable por eventos y espectáculos, un apetito omnívoro que –lamentablemente- ha convertido la oferta cultural en algo parecido a un un poco refinado buffet “all you can eat”.  Con las “estrellas” ha llegado una lluvia de meteoritos, de asteroides de la nostalgia, de artistas venidos a menos.  Por aquí pasaron Air Supply (casi que en un frasco de formol, con una bombona de air supply para poder completar el concierto), Richard Clayderman (con su pelo lacio), Menudo (si, un reencuentro de todos menos Ricky Martin, algo adiposos, con algo de dificultad para hacernos sentir la fuerza del fuego), Roberto Carlos (con su melena), Jose Luis Rodríguez (con su melena también), Hombres G (ya casi en la Z) y Bon Jovi, todos los originales y legiones de imitadores haciéndole homenajes a cantantes famosos, reencarnaciones de Nino Bravo, Leonardo Favio y hasta Nelson Ned.  Nosotros tratamos de ser selectivos, en dos semanas Ana Belén y Victor Manuel a petición de Vanessa, un día después Poncho López, un barbudo jazzista latino que me llamó la atención aunque no lo conozco. 

Perú vive un boom y supongo que así son las bonanzas; lo que está pasando con la oferta musical ocurre con todo.  Con las grandes mineras vienen los garimpeiros, con los mejores empresarios los charlatanes, con el capital la deuda, con los inversionistas más serios los vendedores de bálsamos y los encantadores de serpientes.  No es la primera vez que pasa, que los buenos tiempos se convierten en temporales.  Es por eso que aún en medio de la fiesta es importante detenerse y recordar que ya una vez pasó por aquí Beny Moré, que el “Bárbaro” llegó en medio del júbilo un 10 de junio y que unos días más tarde, el 21 de ese mes, volvio a Cuba.  Recordar que Beny vino y se fué.   

 



Nuestro precioso Benny (menos moreno que More)


 

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